viernes, 28 de diciembre de 2007

Un musical dislocado

Existe una enfermedad llamada musical. Muchos se jactan de no haberla contraído pero, del mismo modo, otros la exhibimos alegremente. Ah, sí, tú no la padeces, las películas musicales te parecen falsas, forzadas, sentimentaloides, blandas, bobaliconas, edulcoradas... Esa visión tan limitada significa algo: que no te has expuesto lo suficiente al virus como para contagiarte. A veces se estrenan filmes en las salas de cine que pueden suponer un peligro para las mentes sanas. Me refiero a los musicales dislocados. Actualmente, esta clase de cintas ya no se fotografían en colores chillones ni narran un manido romance entre artistas y solo están emparentadas con los clásicos del género en que los protagonistas cantan y bailan. Y a veces, ni eso. Por ejemplo, hay musicales en los que los actores no cantan (‘Corazonada’) y filmes en los que se canta pero no se baila (‘On conaît la chanson’, aunque haya puristas que quieran no considerarla un musical).
Aprovechando la clasificación que hizo el inefable Mr. Biskind en su libro ‘Easy riders raging bulls’ para diferenciar a dos clases de cineastas, estableceremos dos categorías: los musicales que nos llegan del otro lado del atlántico, que parten del modelo clásico e intentan insuflarle nueva vida al género, dado por muerto una década atrás, por ejemplo, la discutible ‘Moulin rouge’ o la aún más discutible ‘Chicago’, y los musicales europeos, que parten de la misma base pero pervierten las constantes que los componen para intentar subvertirlas, envolviéndolos en una estética feísta (‘Bailar en la oscuridad’) o despojándolos de su opulencia (‘8 femmes’).
Éste rasgo es fácilmente reconocible en uno de los últimos resquicios del genero que ha llegado a nuestras carteleras, ‘Once’, una cinta irlandesa que narra la relación entre un cantautor que se gana la vida pateándose las calles de Dublín guitarra en ristre y una limpiadora checa que resulta ser una formidable pianista.



Debido al trivial pseudoromanceque se cuenta, a ratos uno puede imaginarse el remake hollywodiense, ambientado en Nueva York, con Jude Law y Kirsten Dunst de protagonistas, canciones de U2 y fastuosas coreografías ambientadas en la cima del Empire State, en un gigantesco centro comercial o en alguna mansión de Salem Center. Pero la historia que en ‘Once’ se cuenta deja de ser convencional gracias a las canciones que la completan. ¿Y por qué es éste un musical diferente? Porque las canciones que adornan la trama pierden su carácter convencional gracias a ésta, pues los musicales no suelen recrearse en el realismo. No pasan ni de puntillas por los problemas de integración de los inmigrantes en una cultura ajena o la putada de que se te acaben las pilas del discman a mitad de tu canción favorita. Tampoco se trata de un film lleno de veleidades de cine de autor, es una simple comedia romántica donde los protagonistas tocan instrumentos, más cercana al espíritu de Julia Roberts que al de Ken Loach. Pero, aún así, es una película infecciosa, que te hará tararear las canciones a la salida de la sala e incluso quizá consiga que te tengas que secar los ojos. Que la sensiblería está para usarla bien pero para usarla al fin y al cabo, leñe.
Podemos definir ‘Once’ como un musical realista. Los números se desarrollan naturalmente en el devenir de la acción y serían perfectamente plausibles en una película de no ficción. Este experimento no es nuevo, lo vimos en ‘Hedwig and the angry inch’, aunque solo en parte, ya que en esta obra maestra del musical dislocado los números alcanzaban cotas tan estrambóticas que pasaban de una persona delante de un micrófono a un karaoke en el que se invita a cantar al espectador.



En cambio, en ‘Once’ nadie baila enloquecidamente, ni siquiera ensaya unos pasos frente al espejo, lo que logra que todo el interés recaiga en las espléndidas canciones del dúo protagonista (dulcemente pegajosas) y que la puesta en escena huya del manierismo, el principal inconveniente del género para sus detractores. Para ellos va dirigido este intento de propagación de la enfermedad: el musical dislocado es una excusa perfecta para contagiarse.

miércoles, 26 de diciembre de 2007

Elogio de los libros de segunda mano

Me encantan esos libros de segunda mano que se abren por aquella página que su anterior propietario leía más a menudo. El día que me llegó el ejemplar de Hazlitt, se abrió por una página en la que leí: “Detesto leer libros nuevos.” Y saludé como a un camarada a quienquiera que lo hubiera poseído antes que yo.

Sucios, ajados, desencuadernados, subrayados, con las tapas rotas, cuarteadas, con páginas arrancadas, con estrambóticas dedicatorias... Aun así, no podemos evitar adquirirlos por lo que nos pidan. ¿Quién no ha comprado alguna vez un libro de segunda mano? Por supuesto, no faltan los maniáticos que prefieren los volúmenes nuevos, vírgenes de otros ojos y otras mesillas de noche. No es mi caso. Tampoco lo era el de la escritora norteamericana Helene Hanff, que frecuentaba una librería de viejo de Londres, Marks & Co, para conseguir ejemplares que en su país eran imposibles de encontrar. La peculiaridad que encierra este simple hecho es que ella nunca visitó dicho establecimiento. Encargaba los libros por carta y éstos eran enviados a su casa del mismo modo. La correspondencia entre la señorita Hanff y el librero encargado de la cliente transoceánica, Frank Doel, es el eje en torno al cual gira '84 Charing Cross Road'(el título hace referencia a la dirección en la que se emplaza la librería), un texto que bien podría ser una novela epistolar. Si fuese una novela, claro. Cuando uno acaba de leer esta historia se maravilla de que los personajes hayan habitado el mismo mundo que uno pisa a diario. Un mundo cuyos inquilinos son capaces de los más elevados pensamientos y sentimientos.

¡Qué mundo tan extraño éste nuestro, en el que uno puede adquirir para toda la vida algo tan hermoso..., por lo que cuesta una entrada para un cine de Broadway, o la quincuagésima parte de lo que te cobra un dentista por empastarte un diente!
Claro que, si vuestros libros costaran lo que valen, yo no podría permitirme comprarlos...

84 charing cross road

Helene Hanff era una intelectual autodidacta que, gracias a su asiduidad a las bibliotecas públicas y sus caóticas lecturas, adquirió una cultura clásica envidiable. Nunca le importaron los autores de moda. No se arriesgó a comprar un libro que no hubiese leído antes. Si existieran más lectores como ella, los editores iban listos. Pero, en las últimas décadas, la literatura ha empeorado de una enfermedad de la que ya se manifestaban vagos síntomas en la época en la que se escribieron estas cartas (un extenso periodo que va desde el final de la segunda guerra mundial hasta los años 60): el negocio de las letras.

Cada primavera hago una limpieza general de mis libros y me deshago de los que ya no volveré a leer, de la misma manera que me desprendo de las ropas que no pienso ponerme ya más. A todo el mundo le extraña esta forma de proceder. Mis amigos son muy peculiares en cuestión de libros. Leen todos los best sellers que caen en sus manos, devorándolos lo más rápidamente posible..., y saltándose montones de párrafos según creo. Pero luego JAMÁS releen nada, con lo que al cabo de un año no recuerdan ni una palabra de lo que leyeron. Sin embargo, se escandalizan de que yo arroje u libro a la basura y lo regale. Según entienden ellos la cosa, compras un libro, lo lees, lo colocas en la estantería y jamás vuelves a abrirlo en toda tu vida, ¡PERO NUNCA LO TIRAS! ¡JAMÁS DE LOS JAMASES SI ESTÁ ENCUADERNADO EN TAPA DURA! Pero...¿por qué no? Personalmente creo que no hay nada menos sacrosanto que un mal libro e incluso que un libro mediocre.

El final de ’84’ sumerge al lector en una honda tristeza. La librería de Charing Cross Road cerró sus puertas y Helene Hanff, a pesar de sus esfuerzos por forjarse una carrera en el complicado camino de la literatura, no consiguió gran cosa y acabó malviviendo de los derechos cinematográficos y teatrales que generaron las adaptaciones de su único libro famoso. Éste alcanzo cierto éxito en los 70, sobre todo en los países angloparlantes, pero su estrella fue palideciendo con el paso del tiempo y se ha transformado paulatinamente en un libro de culto, es decir, uno que jamás contemplaremos en las mesas de las grandes superficies. Las leyes del mercado se han impuesto.
Pero yo, imitando el patentado Modo de Lectura Hanff, lo tomé prestado de una biblioteca pública y ahora deberé esperar a encontrarlo en los abarrotados estantes de una librería de viejo para llevármelo de nuevo a casa y así poder releerlo y releerlo. Éste es el único modo de poseer un libro.

lunes, 24 de diciembre de 2007

La Patrulla X no mata

Me hago viejo. Pero no soy el único (menudo consuelo). Todo acusa el paso del tiempo, tanto lo que está dentro de mí como lo que está fuera. Mis ideas y convicciones envejecen, se endurecen son cada vez menos maleables. También envejece el mundo exterior, aquellas cosas que captan mis sentidos ¿O es mi percepción de las mismas? Pero dejemos la filosofía kantiana para otra ocasión. El caso es que tengo la impresión, cada vez más viva, de que la Patrulla X ya no es lo que era. O que a mí me molesta cada vez más su amoralidad. Porque antaño los hombres X tenían reparos para liquidar a un enemigo, fuese cual fuese su grado de maldad. Esto valía para todos los habitantes de la mansión Xavier excepto para Lobezno, curiosamente el personaje que siempre ha gozado de más popularidad. No nos desviemos de lo que nos ocupa: aún recuerdo cuando Tormenta, la líder de la Patrulla por aquella época, apuñaló a Calisto, la salvaje líder de los Morlocks, en el transcurso de un duelo y sus compañeros estuvieron dándole vueltas al asunto durante meses y meses: que si a Ororo se le ha ido la olla, que si no podemos rebajarnos al nivel de nuestros enemigos, que si no podemos sucumbir al lado oscuro, etc etc.


Pero en la actualidad, en uno de los últimos números publicados, Samuel Guthrie, alias Bala de Cañón, alias uno de los chicos más paletos del planeta Tierra, antaño un personaje tonto de puro bueno, despacha en un par de viñetas a una villana que ha jugado con su mente aplastándola contra unas rocas y ni él ni nadie vuelve a hacer mención del tema. Claro, ya sé que ella era muy mala y que se nos está intentando vender que este grupúsculo de los hombres X no se ciñe a las reglas y ataca con todo lo que tiene pero estaría bien, simplemente, que al menos se señalase el hecho de que la linea que separa a los buenos de los malos es prácticamente inexistente y que los tipos disfrazados aprovechan las refriegas para dar rienda suelta a su agresividad, justo lo que suele ocurrir en el mundo real.
Nunca me gustaron los comics realistas. Al igual que en el cine, prefiero el manierismo Quiero ver gente con ropas de colores salvando el mundo sin mancharse las manos, sin una gota de sangre, como en El Equipo A. La Patrulla X ya no es así, sus rígidos principios se han ido resquebrajando a medida que se sucedían los guionistas que, por otra parte, no demuestran ningún interés por los personajes, por su pasado o por sus motivaciones, y se limitan a narrar una serie de batallas sin sentido que se suceden vertiginosamente. Batallas cada vez más cruentas en las que ya no se utilizan tanto los increíbles poderes telekinéticos para mantener a distancia al adversario sino para machacarlo.
Me hago viejo, glups, conservador. Si se prefiere, nostálgico, porque elijo rememorar aquellos tiempos en los que la Patrulla X no mataba a leer los cómics actuales, inmersos en una caótica carnicería en la que ya no sabes de qué lado está cada uno.

lunes, 10 de diciembre de 2007

Mes courants électriques

Héroes languidece. Pensábamos que a esta serie no podía pasarle lo que a otras de la misma quinta, que mantendría el interés en la segunda temporada, pues la primera había cumplido nuestras expectativas de pleno. Pero no ha sido así. Quizá la culpa de todo la tenga la tan traída y llevada huelga de guionistas (¿pero de verdad trabajan guionistas en Hollywood?). Hasta he oído hablar de una huelga encubierta que se inició mucho antes que la efectiva y que se dedicó a malbaratar las películas y series haciendo que sus argumentos fuesen previsibles, burdos y maniqueos. Aunque, en la mayoría de los casos, no notaremos la diferencia. El caso es echarle la culpa a algo más que no sea la falta de imaginación y recursos de los obreros del entretenimiento, a los que confiamos nuestras horas de ocio y no nos ofrecen más que morralla para rellenarlas.
El caso es que el rumbo de la serie se ha diluido en una repetición de lo ya visto y un puñado de piruetas absurdas. Los personajes no avanzan, se mueven dando bandazos sin sentido, recayendo una y otra vez en las mismas situaciones (eso los que hacen algo, otros, como Ando, se limitan a aparecer de vez en cuando sin hacer absolutamente nada):
D.L. ha sufrido una de las muertes más lamentables de la historia de la televisión (aunque de muertes gratuitas ya vamos sobrados, cada semana tenemos un nuevo cadáver o dos), hemos descubierto que Niki padece una pura y simple esquizofrenia (cuando pensábamos que sería algo así como una posesión rollo Malicia-Polaris, explicada mediante diálogos tan chungos como "desperté la malicia que anidaba en el alma de Lorna Dane y la convertí en la mujer que, secretamente, siempre quiso ser", ese sí que era Claremont en estado puro), Mohinder y Matt Parkman viven juntos y, encima ¡con una niña! ¿Y nadie se da cuenta de lo morboso de esta convivencia? Hiro ya no tiene gracia, se pasa el día lloriqueando, que si se ha muerto mi padre, que si la chica por la que me he colgado vive en el siglo XIII, Adam es una copia demasiado descarada (¡hasta en el nombre!) de Adam Destine y Nathan Petrelli se volvió alcohólico en 2 semanas tras abandonarle su mujer porque su suegra le había dicho a ésta que estaba loco. Todo muy plausible, vamos.


Solo hay tres personajes que, en mi modesta opinión, se salvan de la quema:

- Claire Bennet: ¿quién no se ha rebelado contra el destino que sus progenitores le intentan imponer? ¿Quién no se enamoraría de alguien que pudiese volar y que te llevase a contemplar la ciudad desde el aire? Además, esta chica se me asemeja cada vez más a Hanna Schygulla, aunque parece que, en vez de convertirse en una reputada actriz dramática, Hayden va a decantarse por ser una de esas estrellas de medio pelo que lo mismo te canta que te anuncia una crema.

- Elle Roberts, la chica eléctrica, con mucha mala baba y completamente deshinibida, pero que me veo van a convertir en buena alegando que el exceso de electricidad que contiene su cuerpo afecta a su riego sanguíneo y por eso se comporta como se comporta. Es que está muy mal que una chica guapa y lista sea una mala malísima porque sí, porque le gusta putera al personal, donde se ha visto monstruosidad semejante. Ay, con lo eróticas que se han revelado sus corrientes eléctricas.



- Monica Dawson, la prima del también desaprovechado Micah, un personaje que recupera el espíritu de la primera temporada: chica-normal-que-descubre-repentinamente-que-tiene-poderes-alucinantes. Monica trabajaba en una hamburguesería y su mayor aspiración era ser encargada de la misma cuando descubrió que podía aprender cualquier cosa solo con observar su ejecución durante unos segundos: si ve el programa de Arguiñano te hace una tortilla de patata, si ve 'Kill Bill' puede matarte 5 veces antes de que toques el suelo, etc. Pero me da que la pobre es carne de cañón y que no la incluirán entre los personajes fijos.

En fin, los guionistas ya se han excusado por la marcha de la serie, pero me temo que ningún final impactante puede compensar 11 capítulos aburridos y repetitivos (a no ser que sea con algún desnudo integral femenino).

Actualización (con Spoiler): Anoche vi el último capítulo, que retornara a nuestros ordenadores en abril, y el presunto final epatante es una mala imitación de la muerte del senador Kelly. Confía en los X Men y no corras, que ya verás qué pronto se cae el programa de la parrilla.

viernes, 7 de diciembre de 2007

Viaggio in Italia

Una excusa para no actualizar: he estado de viaje por Italia. Aunque en realidad eso es solo media excusa. La mayor parte de la ausencia se debe a un viaje, digamos, interior, pero que no viene al caso por ser mucho menos trascendente y anecdótico.
Seamos sinceros: en los viajes que uno realiza, por mucho que se empeñe en evitarlo, no se pasa de ser un mero turista que acude a los monumentos a los que acuden los turistas y hace cosas que hacen los turistas. Luego, exhibe las fotos de los lugares visitados ante amigos y familiares y farda con los conocidos diciendo "fui de vacaciones a Petra" o "me tomé una Coca Cola en Cantón".
Pero, como me sucedió en París, en el país de los Apeninos no visité exactamente lo que uno no debe perderse según todas las guías, ni vi exactamente lo que esperaba ver.
Aunque, positivamente, pude percibir una cierta idiosincrasia de los italianos que, como señala la siempre acertada Cayetana Altovoltaje, están todos un poco malos de la testa. Este fin debería ser el objetivo del turismo, descubrir las peculiaridades que le diferencian de aquellos que habitan siempre el país que él pisa momentáneamente. Por ejemplo, el tren es allí un medio de transporte rápido y barato, la pasta está buena en cualquier parte pero el fiambre es asqueroso, NADA cumple los horarios establecidos Y EL IKEA de Roma es igual que cualquiera de los de Madrid.
Mi recorrido por la zona central de la bota me llevó a:

La encantadora Perugia, eventual hogar de mi adorada hermana y sede del Eurochocolate:

Gatito Perugia

La bellísima Asís, con su basílica milagrosamente reconstruida:

Assisi

La inconmensurable Florencia:

Campanile de Firenze

Y, finalmente, Roma:

Anita en el aeropuerto de Roma

Perugia es la capital de la provincia de Umbría, verde y montañosa (ideal para viajar en tren), trístemente célebre en la actualidad porque ya se sabe que los Erasmus solo estudian en el extranjero para beber y follar y, ains, en el pecado llevan la penitencia. Aun así, a pesar de las broncas a botellazos en las escaleras de la catedral, no me pareció un sitio tan peligroso. Salí ileso de una fiesta universitaria y me puse de baci hasta los ojos.
Cuado descendí a contemplar la tumba de San Francisco, en Asís, me sobrecogió un súbito síndrome de Stendhal que me hizo postrarme y creer. Gracias a Dios, esta repentina conversión duró unos minutos. En Asís se advierte esa típica dualidad italiana en la que se entremezclan la belleza y el exceso más chabacano y hortera como la virgen dorada sobre el precioso templo neoclásico de Santa María degli Angeli.
¿Qué decir de Florencia que no se haya dicho ya? Que me pasé media hora dando vueltas en torno al David (mientras unas mujeres, españolas para más inri, se interrogaban acerca del instrumento que sostenía la escultura en su mano derecha) y que hay que ascender a la cúpula de Brunelleschi al menos una vez en la vida (lo de cargar con un trípode los casi 500 escalones, como hicieron una pareja de enamorados japoneses, ya es opcional).
Y Roma. Estuve alrededor de 5 horas en la sublime capital del Imperio, así que nada de Vaticano, nada de Moisés y nada de Tiber. Me sentí de nuevo como en esa vieja película de Godard en la que los protagonistas corretean por el Museo del Louvre. Pero, a pesar de todo, tuve tiempo de tirarme fotos junto a los monumentos más famosos de la ciudad. A saber: El Coliseo, la Fontana de Trevi o la Piazza di Spagna.

Piazza di Spagna

La lámina que sostengo fue adquirida en una Feltrinelli de Firenze, visitó Perugia y voló de Roma a Madrid bajo mi asiento, así que se merece la inmortalidad que le supondrá este post.
He estado de viaje por Italia y, al final, aunque me he propuesto no hacer lo que hacen todos los turistas cuando regresan, o sea, enseñar las fotos y comentar los incidentes, eso es precisamente lo que acabo de hacer. A ver si aprendo la próxima vez. ¿O eso es lo único que hace que viajar merezca la pena? Seguiremos investigando.

PD: más fotografías próximamente aquí.

jueves, 15 de noviembre de 2007

Aceptable en los 80


Mi fascinación por la década prodigiosa ha quedado patente con anterioridad. El otro día, mientras escuchaba junto a mi hermana el disco 'I Created Disco' de Calvin Harris, ambos fuimos conscientes de una de esas cosas que suelen estar delante de nuestras narices todo el tiempo pero que no solemos ver precisamente por su cercanía: cada uno pertenecemos a un extremo de los 80. Después de este pseudodescubrimiento, pasamos a hablar de lo orgullosos que estábamos de pertenecer a esta época, aunque tampoco pudimos encontrar un motivo para este orgullo. Simplemente, nos gustan los 80.
Reflexionando a solas algo más tarde, llegué a la conclusión de que una década no se puede delimitar tan fácilmente, y menos una como la que nos ocupa, cuya idiosincrasia se empezó a notar antes de las 0 horas de 1980 y se siguió notando hasta bien entrados los 90. Llegué a la conclusión de que los 80 me gustan porque son puro exceso, porque son los años en los que la clase media empezó a vivir bien y, por consiguiente, todo lo importante dejó de importar. Todo era música, colorido, diversión. La seriedad se diluyó y la superficialidad comenzó su reinado.
Sobre todo hay dos aspectos de los 80 que me encandilan:

- Las pintas (la moda pero también el diseño gráfico, la fotografía, la publicidad, etc)
















- La música (que tiene mucho que ver con la pinta, debido al advenimiento de los vídeos musicales).
















Por eso me ha congratulado encontrar estas dos galerías en el nunca bien ponderado Flickr. En la primera, se recogen algunas páginas de una revista llamada Wet Magazine, que comenzó a publicarse en Los Angeles en 1978, justo en plena era new wave. Al principio era una publicación dedicada al nada desdeñable arte de la higiene, pero más tarde dio cabida a todo tipo de contenidos, pasando a la posteridad por ser el primer espacio en el que Matt Groening, el creador de Los Simpson, publicó sus más tiernos trabajos.
La segunda es una galería de cantantes de R&B de la época, en la que se puede apreciar como sin un look a la altura no eras nadie en el mundo de la música. Aunque, la verdad, estos artistas no es que sean muy conocidos...
Y, para corroborar mi teoría, he añadido una lista (arriba a su derecha) gracias un descubrimiento también reciente e igual o más adictivo que Flickr, finetune, con las canciones más señeras de la new wave anglosajona, lo que demuestra que los 80 se iniciaron antes de su principio oficial.

PD: le tomo prestado el título del post al jitazo de Calvin Harris:

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Las palabras de la hermana de Lázaro

Como Lázaro, este blog ha resucitado.

Estoy leyendo los 'Aforismos', de Georg Christoph Lichtenberg, debido a la episódica recomendación que hace de este librito Roberto Bolaño en su 'Entre paréntesis'. Son textos en su mayoría hiperbreves, certeros, lúcidos, sardónicos, a veces abstrusos, en su mayoría geniales. El que más me ha gustado de momento ha sido éste:

Cuando Madame de Ponthac, hermana del desdichado marqués de Cincq-Mars (conocido como Le Grand), se dirigió a la capilla de la Sorbona para esparcir agua bendita en torno al cadáver del cardenal Richelieu, que había mandado decapitar a su hermano tres meses antes, apostrofó los restos con las palabras de la hermana de Lázaro: "Señor, si hubieses estado tú aquí, no habría muerto mi hermano".

En breve regresaremos con nuestra programación habitual.

domingo, 28 de octubre de 2007

La saltología

Todo está conectado. Releyendo la novela del escritor argentino Rodrigo Fresan, 'Vidas de santos', redescubrí un capítulo titulado 'Música para destruir mundos (un experimento)', en el que el pianista Glenn Gould habla de su (hipotético) encuentro con el creador de la bomba atómica, el doctor J. Robert Oppenheimer. En un párrafo se menciona el retrato de este científico que realizo el fotógrafo alemán Philippe Halsman, inventor de la saltología.

La vieja postal, las resignadas pupilas de la dulce Lise y, ahora, la célebre foto de Oppie modelo 1958. Oppie congelado en el aire, saltando frente a la cámara de ese fotógrafo adicto a capturar celebridades en suspensión y ajenas por unos segundos a los impostergables imperativos de la gravedad. Y estas palabras de Oppie acompañando a esa foto: "En el aire, lejos del suelo, todos son auténticos; la verdad aparece, siempre, cuando no se la puede apoyar en ningún lado".
Oppie en el aire, entonces: el índice extendido, desafiante, a los cielos y a todo lo que pueda esconderse en las alturas. Atrás, a sus espaldas, un pizarrón rebosante de fórmulas nos recuerda que, después de todo, Oppie tiene poco que ver con este mundo, con el suelo que pisamos cada mañana. Oppie y las fórmulas de Oppie prefieren ocuparse de la luz que viene de muy lejos, de otra parte antes que de nosotros quienes no somos más que la sombra que proyecta esa luz al chocar contra materia más o menos sólida, más o menos verdadera y real.

Cuando leí 'Vidas de santos' por primera vez no sabía quien era Halsman. Pero hete aquí que las navidades pasadas, rebuscando entre las ofertas de una librería, encontré 'Halsman: a retrospective', un libraco que reunía los mejores retratos de este fotógrafo.
Cuando los observé por primera vez no reparé en el del doctor Oppenheimer. Pero hete aquí que se me ocurrió releer la novela de Fresán y, cuando llegué a 'Música para destruir mundos', releí 'Halsman: a retrospective' y esa imagen se reveló como algo importante.
Como explica el mismo Fresán, Halsman gustaba de suspender a las celebridades en el aire. Pero la invención de la saltología no era un fin en si misma, era un medio para reflejar la personalidad de los retratados. Y asimismo su belleza. Y vaya si lo consiguió. Algunos de sus trabajos se han convertido en iconos del siglo XX, como las imágenes que captó de Salvador Dalí, Einstein o Marilyn Monroe.

Halsman, emigrado a Estados Unidos, inmortalizó a algunos intérpretes de la edad dorada de Hollywood y supo captar su esencia como ningún otro fotógrafo pudo. Sus retratos de Audrey Hepburn, con un halo de hojas (más parecida que nunca a Bambi), son algunas de las imágenes más bellas que se conservan de esta actriz. Y mira que se conservan cientos y cientos.

Halsman retrató a muchas otras figuras de las artes y las ciencias, en el aire o en tierra. Entre mis imágenes favoritas: las del matrimonio Newman-Woodward, en una escena hogareña, la de los Duques de Windsor, o como la vieja nobleza conserva su elegancia cuando desafía a la gravedad, la de la cantante Eartha Kitt (¿cómo se volvió luego tan petarda?), la de Vladimir Nabokov cazando mariposas, el aire triste de Anthony Perkins inclusive en el aire o la belleza de Barbra Streisand, que se les ha escapado a muchos otros fotógrafos.

Todo está conectado. Halsman buscaba la verdad y la belleza y para ello lanzaba a sus modelos al vacío. Fresán busca la verdad (no sé si la belleza) y para ello recurre al momento en el que el fotógrafo inmortalizó al doctor Oppenheimer. Yo, que busco únicamente la belleza (buscar la verdad me parece demasiado pretencioso), los encontré a ambos. Y, por ello, me adhiero a ese culto que uno inventó y el otro dotó de la inmortalidad literaria, la saltología. Desde arriba todo se ve mucho más hermoso.

miércoles, 24 de octubre de 2007

Cómo criticar el cine de culto

Mis nunca bien ponderados commmpañeros de fatigas laborales tuvieron la genial ocurrencia de obsequiarme por mi cumpleaños con la edición en dvd de 'Historias extraordinarias', la adaptación de tres relatos de Edgar Allan Poe que llevaron a cabo el mismo número de maestros del cine europeo: nada más y nada menos que Fellini, Malle y Vadim.
Como desde antes del verano no se asoma por aquí ningún listado absurdo, he decidido que es hora de recuperar esta sana costumbre y señalar por qué merece la pena ver esta película. No voy a someterla a juicio, no estoy capacitado para ello, únicamente deseo destacar algunos aspectos que la hacen atractiva, interesante, irresistible, irrepetible. Como por ejemplo, un, dos, tres, responda otra vez:

- Una reconocible ciudad italiana bajo un prisma febril y afectado.

- Jane Fonda enrollándose con otra mujer(¿o fue mi mente calenturienta?).

- La condesa de Metzengerstein acariciando a un felino de aspecto bastante peligroso.

- Un cruento precedente de 'Au revoir les enfants'.

- Jane Fonda enamorándose perdidamente de su primo en la ficción, su hermano en la vida real.

- El eslabón perdido entre 'Roma' y 'Ocho y medio' (o entre '8 y medio' y 'Roma').

- Alain Delon dando de latigazos a B.B.

- Una galería de rostros peculiares exquisita y espectacular.

- William Wilson apuñalando a William Wilson.

- Terence Stamp llevando hasta un límite casi inconcebible la expresividad de su rostro.

- Vislumbrar el primer western católico.

- William Wilson a punto de practicar una vivisección a una aterrada jovencita.

- Una película de Fellini en francés.

- Una doble (casi) perfecta de Greta Garbo en una entrega de premios cinematográficos.

- B.B. fumando un puro y jugando a las cartas con Alain Delon.

- Toby Dammit perdiendo la cabeza.

- Terence Stamp completamente borracho conduciendo un Ferrari.

- La condesa de Metzengerstein entregándose sin reservas al fuego.

- La condesa de Metzengerstein entregándose sin reservas al fuego.

Y ya no podemos continuar porque sin habérnoslo propuesto hemos repetido lo del fuego. Han sido 18 respuestas acertadas a 25 pesetas cada una....

lunes, 8 de octubre de 2007

Retornos catódicos II: Héroes

Desde hace varios días contemplo por mi ventana sombrías y abundantes nubes instalarse en el cielo, azul hasta el momento, lo que es un síntoma del inminente regreso del otoño. Así, continúa el infinito ciclo de las estaciones, el verano sucede a la primavera y el otoño al estío.
Tal y como lo hacen las estaciones, continúan donde se quedaron las nuevas temporadas de las series. Esa construcción subjetiva que es el tiempo a veces nos la juega y, en ocasiones, no sabemos si son las estaciones las que determinan el ritmo de las series o las series las que hacen que fluctúe la meteorología.
Los argumentos de los cómics de superhéroes también han cogido la costumbre de repetirse cíclicamente, tal y como lo hacen las estaciones. En 'La Patrulla X' (si a estas alturas no sabes qué es no hay esperanza para ti, por favor abandona este blog) una pelea con Magneto sigue a un viaje a África de Tormenta, que a su vez se produce después de una muerte de Jean Grey o de un ataque de Los Centinelas. Ésto, cómo los estaciones, no es bueno ni malo, simplemente no se puede valorar. Has de aceptarlo, cómo el tener que andar cambiando la ropa de sitio en el armario.
Las primeras hojas que han caído de los árboles han traído consigo el retorno de 'Héroes', la serie revelación de la temporada pasada. Del mismo modo que sentenciamos si una estación ha sido especialmente fría o lluviosa o voluble, las temporadas de las series debieran valorarse cuando todos los capítulos se hayan emitido.




Pero todos solemos emitir juicios precipitados. Vaticinamos que una estación va a ser cruenta o suave por el comportamiento de las anteriores o por una pura y simple corazonada. Predigo que a un verano atípico le sigue un invierno agradable.
Después de ver dos capítulos, no puedo evitar una crítica de 'Héroes': la primera toma de contacto ha sido decepcionante. La serie parece haber aprehendido uno de los peores defectos de los cómics a los que pretende homenajear, como los de 'La Patrulla X' (colección de la que vuelve a saquear las líneas argumentales, tales como el virus que únicamente enferma a tipos con superpoderes), ya que los personajes principales han sido colocados en la misma posición en la que estaban al principio de la serie. De este modo, Claire Bennet vuelve al instituto y en esta ocasión, en vez de tener un amigo raro tiene un amigo raro con superpoderes, Mr. Bennet vuelve a irse de juerga con el haitiano, Mohinder esta de nuevo implicado en una búsqueda incesante y absurda, Hiro hace constantemente el payaso para cambiar el pasado en lugar del futuro, hay un maloso que se esconde entre las sombras, unos dibujos que predicen el futuro (un futuro atestado de peligros), una chica que mata a la gente sin querer (queriendo), etc.
'Héroes' puede convertirse en un cómic de superhéroes más, o peor, en una de esas emisoras en las que las canciones se repiten periódicamente hasta la náusea. Pero la presencia de ánimo de los telespectadores es mucho más voluble que la de los lectores de cómics de superhéroes, e incluso que la de los radioyentes. No podemos impedir el paso del tiempo ni (algunos de nosotros) continuar leyendo las vicisitudes de los hombres X. Pero podemos cambiar de canal. Y, si la estación se presenta intolerable, no habrá más remedio que hacerlo.

martes, 2 de octubre de 2007

Raymond Queneau es un gafapasta

-A la espera de que cese la agitación, ¿a qué dedicaréis vuestro tiempo, Joaquín, ahora que estáis en España? El país es austero, y, al margen de las corridas de toros, no veo para vos demasiadas distracciones, Joaquín.
-Pintaré.
-Ésta es, en efecto, una agradable distracción. Nunca había pensado en ello. ¿Cómo se os ha ocurrido esta idea?
-En sueños.
-¿En sueños decís?
-En sueños digo. Y en el sueño, Felisa, la más joven de mis hijas, la que es idiota, regresaba de Roma y me contaba que había visto la capilla Sixtina, y yo me decía: también yo soy pintor.
-¿Y qué pintáis, Joaquín? ¿Bodegones, flores, o tal vez batallas?
-Cavernas.
-¿Con las tentaciones de san Antonio?
-¡No!Pinto en las paredes de las grutas.
-Pero, Joaquín, ¿Quién verá vuestras obras?
-Los prehistoriadores.
-Ésa es una palabra que ignoraba.¿Qué significa?
-Os lo contaré más tarde. Decidme, ¿no conoceréis por casualidad algún lugar de este tipo donde poder ejercitarme?
-Precisamente tengo algunos en mis tierras- respondió el conde Altaviva y Altamira.



Después de un excesivo periodo de de tiempo proponiéndomelo, leí a Raymond Queneau, un escritor francés que pretendió confeccionar una teoría matemática de la narrativa. Estos franceses son así de raros. Queneau y su amigo Françoise le Lyonnais se sacaron de la manga el Oulipo o "Taller de literatura potencial", en el que intentaban aplicar algunas normas aritméticas a la creación literaria.
Pues bien, a pesar de que no sabía a qué atenerme conocidos estos datos, me acerqué a 'Flores azules'. Mi ejemplar de esta fantabulosa novela reposaba sobre mi mesa cuando un compañero de trabajo se acercó y se interesó por el libro. Sobrevoló la breve biografía que hay en la solapa (poeta, autor de canciones, pintor, actor, traductor-manejaba dieciocho idiomas-, matemático...). Al contemplar la foto del autor exclamó sin el menor resentimiento "¡Raymond Queneau es un gafapasta!". Yo pensé súbitamente que razón, aunque aún no sé qué quiso decir con esa afirmación, si es que quiso decir algo.

Raymond Queneau

Después, me preguntó si la lectura me resultaba interesante. Yo contesté que la historia y la estructura eran originales pero que, en lo referente al estilo, creía que se habían perdido muchos juegos de palabras y chistes en el proceso de traducción. A lo que él contestó "¿Y por qué no la tradujo él mismo si conocía tantos idiomas? Seguramente así, se habría perdido menos". Callé, pues no se me ocurrió ninguna respuesta.
Los franceses son así de raros y esta resultó ser una de esas situaciones en las que se aplica 'l'esprit d'escalier', el ingenio de la escalera, una expresión que inventaron los habitantes del país vecino en referencia a esas ocasiones en las que uno se da cuenta en la escalera de lo que debería haber dicho en la sala, o sea, que se nos ocurre una respuesta ingeniosa cuando ya es demasiado tarde. Pues bien, mi ingenio de la escalera frente a por qué Raymond Queneau no tradujo 'Flores azules' es que estaba demasiado ocupado siendo poeta, autor de canciones, pintor, actor o matemático y no le parecía demasiado importante que el lector hispanohablante leyese su obra. O simplemente no le dio la gana. O esto no era un esprit d'escalier y no hay respuesta posible.

domingo, 30 de septiembre de 2007

Parecidos razonables (o no)

Aún no sé qué opino de 'Público', el diario que diario que dirige Nacho Escolar, un tipo que, por otra parte, me cae bien, por su pasado y por su blog, que me da la impresión va a caer en desgracia ahora que se ha convertido en una mera propaganda de sus artículos impresos.
Pero lo que me ha epatado es la exclusiva que encerraba el primer número y a la que no hacía referencia la portada.

IGNACIO ESCOLAR ES EL HIJO SECRETO DE FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS.

Escolar-Losantos

Y si no sacan el parecido, pónganle unos cuantos años más.

domingo, 23 de septiembre de 2007

Retornos catódicos I: Muchachada Nui

El Payaso ha muerto, larga vida al Payaso. Voy a echarlo de menos, hemos compartido muchas cosas a lo largo de estos años: acudí al estreno de su montaje teatral, escuchaba su disco a todas horas cuando se hizo rapero e incluso, cuando fundó una religión, estuve tentado de convertirme en creyente, aunque finalmente lo pensé mejor.
Todo el mundo os dirá que El Payaso era una mala persona, que gastaba bromas de mal gusto a sus amigos, que trataba a la patada a sus empleados y que era un ser despreciable en general, pero yo pienso que tenía su encanto.
El Payaso era una metáfora de lo que venía a ser 'La hora chanante', un programa de televisión que devino en fenómeno sociológico. Los payasos son personajes que se supone tienen gracia pero que no la tienen, aunque El Payaso sí que la tenía a pesar de su condición de payaso. 'La hora chanante' era a priori un espacio humorístico, aunque sus gags eran tan bizarros que podríamos dudar entre si eran divertidos o simplemente idiotas. Aunque a pesar de su idiocia, sí, eran divertidos.

Ahora Joaquín Reyes y los suyos han vuelto. Un retorno a la grandeza con dinero de las arcas públicas, ya que 'Muchachada Nui' se emite en La 2. Hacía muuucho tiempo que no pensaba que mis impuestos servían para algo bueno. O para algo, vaya. Lo único malo que tiene esta reencarnación de la extinta 'La hora..' es que El Payaso no va a aparecer. Problemas con los tan manoseados derechos.
A modo de compensación, se cuenta con nuevos protagonistas. El fichaje estrella, por llamarlo de algún modo, es El Joven Rappel, un estrambótico adivinador que fue abandonado en la tierra por unos alienígenas cuando era apenas un bebé y, muchos años más tarde, después de contarle a sus padres que tiene visiones en las que contempla el futuro, éstos le revelan su origen y le entregan el único objeto que portaba cuando le recogieron: una bolsa de basura que contiene una túnica, unas gafas (que él decide calzarse al revés) y un corneto (¡¡??!!).
El joven Rappel puede llegar a convertirse en una metáfora de 'Muchachada Nui'. El joven Rappel es supuestamente un adivino que en realidad no tiene el don de ver el futuro pero que lo aparenta gracias a trucos tan lamentables como risibles. 'Muchachada Nui' es un programa humorístico que probablemente no tenga gracia, aunque nos riamos con él por nostalgia de su predecesor, por costumbre o por qué sé yo. Quizá incluso porque tenga gracia. De momento, yo creo que es divertido, aunque sea igual de idiota que 'La hora chanante'. Le doy un voto de confianza, pese a que el joven Rappel le augura un negro destino. ¿Resultará, después de todo, que puede predecir el futuro? ¿Cómo afectaría esto a mis divagaciones?
'La hora chanante ha muerto. Larga vida a 'Muchachada Nui'.

martes, 18 de septiembre de 2007

El hermano pobre de la nouvelle vague

Y Jacques Demy decidió hacer algo todavía más arriesgado de lo que había hecho hasta el momento. El cineasta francés, como el resto de los integrantes de ese etéreo movimiento conocido como nouvelle vague, había descubierto que para hacer una película más complicada que la media hay que otorgarle a lo alambicado la apariencia de algo muy simple. Por eso, después de perpetrar un musical dislocado, pretendió realizar uno clásico. Pero únicamente en apariencia.
Él y su talentosa esposa, la también directora Agnes Varda, se recorrieron las provincias del país vecino para dar forma al sueño que Demy tenía en mente: todo un pueblo cantando y bailando al ritmo de las alegres melodías de Michel Legrand.
El sueño se materializó en la plaza de Rochefort, donde el realizador vislumbró a los personajes de su historia. Vio cómo se conocían, cómo se enamoraban, cómo se peleaban y se separaban, cómo reían y, sobre todo, imaginó las fastuosas coreografías en las que estarían incluidos reputados bailarines norteamericanos de la talla de George Chakiris y Gene Kelly.



Y así la película se materializó. 'Las señoritas de Rochefort' son Catherine Deneuve y la malograda Françoise Dorleac (que fallecería al año de acabar el rodaje), dos hermanas gemelas que buscan el amor y un destino más grande que el que puede ofrecerles su pueblo natal en medio de una estética art decó y de unos números musicales deliberadamente afectados.
Jaques Demy parecía haber bajado el listón. Esta vez, la cinta no era completamente cantada y los tonos, a pesar de chillones, no eran tan excesivos como en su anterior entrega, 'Los paraguas de Cherburgo'. Pero esta simplificación escondía algo muy complejo: una síntesis casi perfecta entre el musical clásico hollywodiense y la comedia romántica francesa, un tanto cínica y amoral, con personajes atormentados y un tanto casquivanos, con equívocos y una pizca de idiocia (lo de "madame dame" es un claro precursor de la mayoría de chistes de 'La hora chanante'). Se me antoja similar a la segunda incursión en el largometraje de su esposa, 'La felicidad', un film tranquilo y reposado que esconde una desgarradora tragedia.
Demy y Varda volvieron a París pensando que los críticos aclamarían 'Las señoritas de Rochefort' como habían hecho con 'Los paraguas'. No fue así. Es más, Demy volvió a intentar dar forma a esas turbulencias que azotan nuestra mente mientras dormimos en un viaje transoceánico y en un surrealista cuento de hadas, pero no cuajó. Así se quedó un poco como el hermano pobre de la nouvelle vague, completamente fuera de onda e incluso con sus primeros éxitos puestos en entredicho.
Pero, debido a las azarosas sendas que trazan los estudiosos del séptimo arte (o quizá los simples aficionados), Demy ha vuelto. Ligeramente quizás, de puntillas, pero ha vuelto y su regreso es un retorno a la grandeza. Ahora, Cherburgo ya no es el lugar de moda, sino Rochefort, un lugar en el que conviven el sueño y la vigilia, la tradición y la modernidad, la reflexión y el escapismo y que no nos cansaremos de visitar y de recomendar que visiten las generaciones venideras. O quizás el azar decida otra cosa. Al menos para mí la estancia ha merecido la pena.

domingo, 16 de septiembre de 2007

You know i´m no good

Ya en sus pantallas pueden disfrutar de una nueva temporada del serial más largo y laureado de esta galaxia. En los nuevos episodios, Pícara se hace con el mando de uno de los departamentos de la Compañía X, para la que recluta a personajes por los que ningún espectador hubiese apostado: Mística, su pérfida madrastra, el volcánico asesino conocido como Dientes de Sable, la ciborg Karima Shapandar o la antigua villana Lady Mente Maestra. Mientras tanto, otro departamento viaja al espacio en busca de Vulcano, el hermano secreto de, Cíclope, el lider del grupo, que inesperadamente se reveló en el último capítulo de la temporada pasada. Comandados por un profesor Xavier desposeído de sus poderes deberán hacer frente a un cruel imperio intergaláctico que amenaza con destruir tod la creación. En ambas tramas habrá tiempo para el romance, para los dilemas morales, para el enfrentamiento con los miedos más profundos y secretos de cada uno de los personajes. Asistiremos a muertes, resurrecciones, traiciones, nuevos misterios, oscuros secretos revelados y la salvación de la humanidad (es posible que de todo el universo) estará de nuevo en manos de nuestros héroes.

x-men 192

Otra vez lo títulos X han cambiado de orientación. Como viene siendo habitual desde hace algún tiempo, cada vez que un nuevo guionista y/o dibujante aterriza en los X Men, su argumento se renueva por completo, haciendo borrón y cuenta nueva de lo inmediatamente anterior. Esta vuelta, Mike Carey y Chris Bachalo convierten a Pícara y sus chicos en aventureros sin escrúpulos morales a la hora de vencer a los malos en 'X Men' y Ed Brubaker y Billy Tan reivindican a los clásicos haciendo que por enésima vez la Patrulla X se enfrente al imperio Shiar.
Y esta nueva vuelta de tuerca ha hecho que recuerde una teoría que alguien formuló hace tiempo: la de que estos cambios tan bruscos y numerosos tienen una función, vender a los fans una novedad que en la mayoría de los casos oculta a unos autores mediocres. Esto es, esta teoría insinuaba que los capitostes de Marvel contratan únicamente a un dibujante o escritor reconocido y/o aclamado, mientras que su compañero suele ser un segundón con pretensiones. Así se ahorran medio sueldo y siguen vendiendo lo mismo, pues cuando los fans comienzan a quejarse de que este tío dibuja peor que un hombre de Cromagnon o que este otro debería dedicarse a escribir prospectos de medicamentos, los sustituyen por otros y punto.
La teoría suele aplicarse. En X Men nos encontramos Chris Bachalo, un fan favorite y veterano dibujando mutantes, mientras que Mike Carey es un guionista aún por descubrir (si es que lo descubrimos algún día). Por el contrario, Ed Brubaker es un escritor cuyos trabajos en los superhéroes han recibido elógios mientras que Billy Tan no pasaba de ser un sustituto cuando el ilustrador principal de la colección no daba abasto.

UncannyXMen 475

Vale, nos han vendido a Brubaker y Bachalo. Pero, oh, sorpresa, aunque hasta ahora Billy Tan estaba un poco verde parece haberse aplicado en esta nueva andadura al mando de la Patrulla. Y Mike Carey agrada en su primer número al introducir nuevos personajes y situaciones en vez de recurrir a los estereotipos de siempre. Nada de lloriqueos o Magneto, sino tortas con una nueva banda de malosos que traen un misterio consigo.
No está mal para empezar esta nueva temporada, pero lo malo que tienen las series que llevan mucho tiempo emitiéndose es que, por muchas sorpresas que traigan en los primeros capóitulos, estás se agotan cuando transcurren unas semanas. Y los X Men llevan emiténdose durante muuuuucho tiempo. Parece ser que Carey recurrirá en los siguientes números a personajes y argumentos más manoseados y que Billy Tan abandonará la colección en favor del español Salvador Larroca, al que había sustituído Bachalo, con lo cual, volveremos a algo parecido a lo que teníamos. Quizá dejemos de prestarle atención al final de la temporada, aunque los editores conocen nuestro carcter y nos depararán nuevas sorpresas para que, al principio de la siguiente, les hagamos de nuevo líderes de audiencia.

martes, 11 de septiembre de 2007

Escritores que hunden España

Lily conocía Bruselas y había estado en París, pero sólo en una visita relámpago para ver a una tía enferma. También conocía Dresde; eran muchísimos los cuadros que no había visto; sin embargo, a veces se hacía la reflexión de que quizá fuese mejor no verlos: sólo servían para que uno se sintiera desesperanzadamente descontento con su propio trabajo.

'Al faro'. Virginia Woolf.

Si tuviera todo el tiempo del mundo, me dedicaría básicamente a leer. A leer no sólo aquellos libros que tengo ganas de leer y que he ido aparcando durante meses e incluso durante años, sino también aquellos libros que nunca leeré precisamente por falta de tiempo. Me refiero principalmente a libros mediocres o deplorables que no merecen siquiera el calificativo de literatura pero que invaden las estanterías de las librerías y a cuyo influjo somos permeables por la acción perniciosa del marketing y la publicidad.
Me refiero a libros del tipo de dos títulos con los que me he cruzado recientemente en escaparates de grandes superficies y similares; los últimos publicados por dos insignes de nuestras letras: César Vidal y Curri Valenzuela. Bueno, él puede que haya escrito otros 6 o 7 después de éste.
César Vidal es uno de esos tipos polifacéticos que lo mismo participa en un tertulia radiofónica que publica un best seller. Pero, ¿para qué publicar un best seller si puedes publicar 17? 17 es el número de libros de este señor que llegaron a las librerías en 2005. No sé cuantos llevará en 2007, pero el que nos ocupa no debe ser el último. Se trata de 'El camino hacia la cultura', cuyo subtítulo es 'Lo que hay que leer, ver y escuchar'. Y digo yo, si este tipo escribe tantos libros y además acude de lunes a viernes a las diatribas mañaneras de Losantos y alguna vez hace incursiones televisivas, ¿como le queda tiempo para leer, ver y escuchar algo? Y menos para hacer una selección.
Aunque con perlas como “el pasado siglo XX –el de los socialismos y los nacionalismos– será contemplado por la generaciones futuras con verdadero espanto” no sé yo sí la lista de clásicos que contiene el ensayo no pecará de parcial.
Hasta la introducción no tiene desperdicio. Vidal se explica: He escrito este libro porque resulta absolutamente necesario en el momento que estamos viviendo. Lo es por dos razones. La primera, el desplome innegable de nuestro sistema educativo; la segunda, el deseo de buena parte de la población de adquirir cultura, acompañado de la triste constatación de que será no imposible, pero sí extraordinariamente difícil, que alcance esa meta en los institutos o en las universidades de nuestro país.
Ah, se trata de salvar España de las maléficas garras de la incultura. Pues es un objetivo muy loable, todos sabemos que el país se hunde. O más bien, lo hunden.
Así lo constata el segundo libro que nos ocupa, '100 personajes que hunden España', de la periodista y presentadora (no es lo mismo, aunque a veces se confunda) Curri Valenzuela.

Este señor está hundiendo España.

En este listado, Curri se dedica a poner a parir (irónicamente, según sus palabras) a gentuza como Pedro Almodóvar, Federico Luppi, Baltasar Garzón, Pilar Bardem o Joaquín Sabina, reservando un lugar destacado para los políticos socialistas en general y para Zapatero en particular. Y digo yo, ¿cómo le vendría a esta mujer la inspiración para semejante panfleto... estoooo, invento? Un amanecer, entre el sueño y la vigilia, una idea cruzó como un relámpago su frente y se dijo "tengo que salvar España. y para ello he de denunciar a los que la condenan". Algo así como el éxtasis de Santa Teresa pero en clave política.
La cruzada de Curri sólo acaba de comenzar, pues ya prepara la segunda parte de su magna obra, dedicada en esta ocasión a los 100 personajes que pueden hacer que el país se salve. Seguro que entre ellos está César Vidal.
Creo que estos do deberían tener un hijo (o una hija). Obviemos las dificultades que tendrían para concebir dado el volumen de él y la edad de ella. Sería algo así como la segunda venida del Mesías, que lograría levantar este país y colocarlo a la altura que se merece. Y si no, siempre podría dedicarse a la literatura.
Si tuviera todo el tiempo del mundo, me asomaría a aquellos libros que nunca leeré precisamente por falta de tiempo, pero creo que las obras de Curri y César estarían muy bajas en mi lista.

domingo, 9 de septiembre de 2007

Mira lo que has hecho de mí II

Hace un año aprendí que este blog es una de esas cosas que sólo existen en el ciberespacio pero de vez en cuando se entrometen en la realidad, esa en la que las cosas se pueden tocar. Hace un año una reflexión en la irrealidad me transformó en algo que hasta el momento no había sido. Yo decidí devolverle el favor a esta red sobresaturada con un nuevo lugar en el que reflejar aquello en lo que Anita me había convertido, aunque desde entoncés no le haya hecho demasiado caso. Pero mi nuevo estado no se reduce a un solo aspecto, sino que tiene diversas variantes. Hasta el momento únicamente había explorado una de ellas. Después de un año, Anita ha decidido que no puedo quedarme donde estaba, que debo avanzar y que es bueno que me aventure de lleno en nuevas experiencias, de las que pueden brotar cosas hermosas, sublimes incluso.
¿Qué quiere decir todo esto? Que soy propietario de una nueva y flamante cámara lomográfica, esta vez una ojo de pez, y que esta vez voy a intentar actualizar Diario de un lomógrafo más a menudo. Por el momento, cuelgo una muestra de lo que ha dado de sí el primer carrete, gastado en gran parte en nuestro reciente periplo centroeuropeo.

Cerdo Náměstí Republiky

miércoles, 29 de agosto de 2007

Los actores de reparto

"Soy un ser de diálogo, todo en mí es conflicto y contradicción. Por más que se pretend contar la verdad, las memorias siempre son verdades a medias: todo es siempre más complicado de lo que se piensa. En una novela quizá resulte más fácil acercarse a la verdad."

Me ha costado casi todo el verano pero por fin he terminado la biografía de François Truffaut que publicaron hace ya unos cuantos años los estudiosos del cinematógrafo Antoine de Baecque y Serge Toubiana.

Truffaut Cannes 1959

No es que me entusiasmen las biografías pero el director de 'Farenheit 451' o 'La mujer de al lado' me resulta un personaje tan fascinante que consideraba necesario conocerlo a fondo (todo lo a fondo que se puede conocer a alguien a través de una biografía). No me he arrepentido no solo por lo que de complejo tenía el cineasta francés, sino también por las virtudes narradoras de sus biógrafos: convierten la vida de Truffaut en un novelón decimonónico protagonizado por un antihéroe arribista lleno de dudas y contradicciones en el que hay secretos familiares, amores imposibles, pasiones desatadas, espeluznantes crímenes, políticos corruptos, acontecimientos históricos y un destino grandioso. Citando a Jean Grualt, uno de los guionistas del genio, "me da la impresión de que François había llegado a esa cima a la que parecía haber aspirado siempre". En efecto, Truffaut siempre supo que podía ocupar un lugar entre los grandes directores de la historia de cine y finalmente lo consiguió. Su influencia es enorme, no solo debido a sus películas, de las que ya he hablado en alguna que otra ocasión. A su época de crítico debemos una concepción del séptimo arte que ha endiosado a algunos autores y denigrado a otros, pero el visceralismo de Truffaut en sus escritos ha hecho que cintas relegadas a un injusto olvido hayan llegado hasta nosotros con un aura de clásico: 'Encadenados', 'Johnny Guitar', 'La regla del juego', 'Te querré siempre', 'El sueño eterno', etc.
Pero más allá del cine, su vida dio mucho de sí. Desde su nacimiento, su devenir se transformó en un culebrón apasionante para seguir desde fuera, aunque sospecho que no tan agradable para experimentarlo: hijo ilegítimo, pilluelo callejero, joven depresivo, desertor...
Pero no hay una buena novela realista sin millones de personajes secundarios que la enriquezcan y le otorguen su definitiva grandeza. Me ganan siempre los personajes secundarios (ver post anterior), esos que nunca serán los protagonistas de la historia pero que, en el pequeño hueco que se les concede, son capaces de fascinarnos tanto o más que los héroes. En este caso con el morbo añadido de que estos personajes fueron (o son) hombres y mujeres de carne y hueso, que comen, duermen, caminan y respiran, de los que quizá nunca se escribirá una biografía pero que, al cruzar sus vidas con la de Truffaut, han esquivado al olvido, obteniendo un papel de reparto en la eternidad (al menos en la finita eternidad del ser humano).


Truffaut at work

Me refiero a, por ejemplo, la fiel Suzanne Schiffman, asistente de Truffaut en una decena de sus films, a Marcel Berbert, el eterno administrador de Les Films Du Carrosse, a Jean-Luc Godard, alguien que en una novela al uso podría ser considerado "el antagonista", amigo al principio y enconado enemigo más tarde, a Ignace Morgenstern, el suegro y productor de los primeros trabajos del cineasta, a Helen Scott, su asistente y traductora en las charlas con Hitchcock ("evidentemente enamorada de Truffaut", segun los biógrafos), a Koichi Yamada, el corresponsal del director en Japón, al productor Gérard Lebovici, brutal e inesperadamente asesinado en su piso de París, al escritor Henri-Pierre Roché, autor de 'Jules y Jim', a la estudiosa de Adele Hugo Frances-Vernor Guille, fulminada por un infarto tras admirar la adaptación de su trabajo que había realizado Truffaut en 'Diario íntimo de Adele H.', a los actores a los que dirigió, el austriaco e iracundo Oskar Werner, Jean-Claude Brialy, la superestrella Jean-Paul Belmondo, el atormentado Jean-Pierre Leaud y, por supuesto, a las actrices de las que se enamoró: Claude Jade, la malograda Françoise Dorleac, Catherine Deneuve (de la relación de ambos no se ofrecen demasiados detalles, una pena), Jeanne Moureau, Isabelle Adjani (¿por qué una mujer tan inteligente y sensible ha pasado tantas veces por el quirófano?), la divina Fanny Ardant...
Es curioso que la única mujer con la que se casó Truffaut, Madeleine Morgenstern, no fuese una actriz. Pero así era François, terriblemente contradictorio, un cineasta moderno pero a la vez un poco anticuado, un revolucionario y un conservador, un hombre serio y reflexivo pero que en su interior escondía el alma de un niño, Spielberg dixit.
En fin, quien piense que ya no puede haber nada parecido a Stendhal, Balzac o Victor Hugo que se asome a estas páginas. Yo me voy a repasar otra vez la filmografía del genio.

viernes, 24 de agosto de 2007

Mes vacances a Viena

Continuamos con la segunda y última parte de nuestro especial postvacacional (toma juego de palabras) con una entrada dedicada a la antigua capital del Imperio Austrohúngaro: Viena.
Cuando uno vuelve de Viena se da cuenta de que Madrid es una ciudad bastante cutre y cochambrosa, poblada por salvajes incivilizados. Quizá no haga falta volver de Viena, pero yo no lo había notado hasta ahora...
Viena es tan pulcra, tan acogedora (al menos a este lado del Danubio), tan civilizada. Vale, también es esnob y elitista, pero ¿quién es perfecto? El caso es que, en mi primera toma de contacto, no puedo decir nada malo de Viena. Bueno, sí: que todo cierra muy pronto, que los transportes funcionan como en la capital de España (osease, muy malamente), que la metereología es terriblemente voluble, que hay millones de modernos y gafapásticos, que... Pero Viena es apasionante, un lugar a la vez monumental y lleno de recovecos, épico y decadente, histórico pero lleno de vida. En fin, lleno de contradicciones. Las ventanas de los pisos bajos (al menos en el centro) se dejan abiertos por la noche aunque, claro, luego se acuerda uno de la pobre Natascha Kampusch y...
Pasemos a los impresionantes documentos gráficos que allí tomamos.

Spiderman Viena
Spiderman también trepa a los edificios en las calles del viejo continente. Como en toda ciudad civilizada que se precie, en Viena hay varias tiendas de cómics y esta era la mascota de una de ellas, que estaba muy cerquita del Stephansdom.

kiosco vienes
En Viena, en vez de kioscos, hay puestos callejeros de prensa. Al principio pensamos que era como un top manta de revistas, pero estos están completamente homologados y cuentan con todos los permisos reglamentarios.

Cine en el Ayuntamiento de Viena
El cine al aire libre frente al Ayuntamiento. Viena en verano está llena de actividades culturales, la mayoría gratuítas. Como los Veranos de la Villa, pero a lo bestia. Y tengo querencia por los cines en todas sus variantes, qué pasa.

Universidad de Viena
El patio de la Universidad de Viena, con los bustos de sus catedráticos más ilustres, entre los que se incluye, por ejemplo, Freud. ¿A quién no le gustaría estudiar para tomarse aquí un melange entre clase y clase?

Atenea
¡Oh Atenea! Tú si que sabes mirar con auténtico desprecio al género humano. Sólo tú podías presidir el parlamento austriaco.

Jardines del pueblo
Los jardines del pueblo lindan con el Hofburg, el Palacio de Invierno de Sissí y Francisco José I. La historia de esta pareja es fascinante, pero más fascinantes aún son los personajes secundarios de la misma: el hijo de ambos, Rodolfo de Habsburgo, que se suicidó junto a su amante en Mayerling, Sofía de Baviera, la pérfida suegra de la pobre Sissí y, sobre todo, Maximiliano I de México. ¿Cómo coño el hermano del emperador de Austriohungría llegó a ser emperador de México? Tan absurdo como estos jardines, con sus sillas de madera desvencijada o su réplica del templo de Teseo en Corfú, un capricho de la ciclotímica emperatriz.

Romy
El mito de Sissí está convenientemente explotado, así como el de Romy Schneider, cuya imagen está por todas partes (en este caso, gracias a un a exposición fotográfica que recorre sus años mozos).

Neubaugasse
Neubaugasse era una calle que hacía esquina con la calle Mariahilfestrasse, algo así como la Bravo Murillo vienesa, parecía el fondo de unos añejos dibujos animados, las tiendas se iban repitiendo cada pocas manzanas: un H&M, un Palmers, un Anker y un NordSee; un H&M, un Palmers, un Anker y un NordSee...

Maniquís
El realismo de los maniquíes de los establecimientos de lencería (muchos y privativos) era inquietante. Quizá fuesen aspirantes a Supermodelo 2006 que habían accedido a ser disecadas para que todo el mundo las admirase.

Lotería de Viena
Aunque los vieneses sean tan estirados tienen sus vicios como todo el mundo. Una veterana administración de lotería para constatar su afición al juego.

Schombrunn
A sissí le gustaba el senderismo y su marido dormía en un camastro de hierro, pero el palacio del Schönbrunn (un lugar donde también vivieron María Antonieta o un hijo de Napoleón) es uno de los lugares que uno debe visitar al menos una vez en su vida. Lástima que el ascenso a su romántica glorieta se transformase para Anita y yo en una marcha en pos de la muerte. Ahora necesitamos descansar de las vacaciones...

martes, 21 de agosto de 2007

2 blogueros en Praga

Pues se acabaron las vacaciones. Y este año nos han producido la sensación de haber sido bien aprovechadas. Pues, ¿para qué otra cosa podrían servir unas vacaciones que no fuese para dar caminatas en pos de la muerte visitando viejos palacios, catedrales ruinosas, iglesias desvencijadas y obras de arte prehistóricas?
Hemos estado en Praga y Viena, dos de esas ciudades a las que uno no va a sentarse en una terraza mientras las horas se diluyen.
¿Qué puede contar a grandes rasgos de Praga? Que su luz es hermosísima, que está muy descuidada, que los transportes funcionan con asombrosa precisión, que la visitan millones de turistas que podrían visitar igualmente Benidorm y, quizá, que no es para tanto. Pero, claro, al lado de Viena, París parece una capital del África Subsahariana. Y que conste que no tengo nada en contra del África Subsahariana.
Como, además de unos bonitos recuerdos y un ligero mal de Stendhal, lo único que uno acaba conservando de sus viajes al extranjero son las fotografías, ahí van algunas de las instantáneas que tomamos en la capital de la República Checa.
Además, una imagen vale más que mil palabras, con lo cual dejo el rollo para los posts del resto del año.

Casa Danzante
He intentado seleccionar aquellas fotos que no se asemejen a postales o que no sean las típicas del Karlov Most ni de la Callejuela del Oro, pero la Casa Danzante (o edificio Ginger & Fred) era tan hermoso al atardecer...

Tranvía
¡Oh, tranvía! El edificio que se observa en un lateral es el Teatro Nacional, quizá la construcción más bella de Praga y la más ennegrecida.

Puente de Carlos
Este era el estado de las esculturas del Puente de Carlos. Sí, sí, esos hilillos blancos son telarañas. Imaginaaos el tamaño de las arañas...

Albert
En varios puntos de la ciudad encontramos esculturas de vacas. Parece ser que son un rescoldo de algo titulado "Cowparade 2004", una exposición al aire libre de carácter itinerante que se ha instalado en varias localidades europeas. Esta era la más curiosa, la mascota de los supermercados Albert, algo así como los Mercadona checos.

Mash Praga
Esto era lo que quedaba en la acera opuesta al hotel donde nos hospedamos, una típica armería de barrio. La verdad, la ciudad no me pareció tan insegura como para que la gente lleve una recortada bajo el sobaco pero nunca se sabe.

Telefonillo praguense
Las fachadas en general y los telefonillos en particular no es que pasen por su mejor momento...

Zapato
El monumento a los tacones es casi tan genial como el monumento a la pinza que hay en Esplugues. Lo mejor de todo es que en su interior estaba pintada la Venus de Botticelli. ¿Un homenaje encubierto a lo kitsch? ¿He dicho encubierto?

Namesky
Creo que tanto el zapato como esta curiosa escultura situada en la Namesty Republiky, eran parte de la Pragebiennale, un acontecimiento artístico de primera magnitud, aunque no pondría la mano en el fuego (sobre lo de si forman parte, no quiero restarle importancia a la Pragebiennale).

Correos de Praga
Esta es la única oficina de correos que encontramos, situada en la Plaza del Castillo. Para nuestra sorpresa, no está permitido entrar con pistolas. En la puerta lo indica, justo al lado de la señalización de prohibido usar el teléfono móvil. A lo mejor lo de la armería no es tan bizarro después de todo...

Cervezaza
Justo al lado del hotel estaba la fábrica de cerveza Staropramen, que enseguida nos cautivó. Staropramen es una marca consolidada que se anuncia de formas originales, en este caso, navegando por el río Moldava. Desde luego la cervezaza debía verse casi desde el espacio.

Pepsi
Los praguenses son más de Pepsi, como Anita.

Gran Hotel Europa
El Gran Hotel Europa fue galardonado con el oficioso título de 'the ugliest building in the Middle Europe'.

Moldava
Pero el atardecer sobre el Moldava es tan hermoso...