lunes, 23 de enero de 2006

El síndrome Pietro Maximoff

Otra de extraños paralelismos. Uno de mis comics favoritos es ese número de Factor X (otro de los grupos derivados de la Patrulla idem) en el que sus miembros visitan al psicólogo. No hay villanos, no hay batallas, no hay acción, pero aun así es uno de los mejores tebeos de superhéroes que he leído. El supervelocista Mercurio, el típico personaje chuleta que se cree mejor que los demás, revela que su actitud despectiva con respecto a sus compañeros de equipo se debe al "síndrome Pietro Maximoff "(nombre verdadero del interfecto). El psicólogo le pregunta: - ¿En que consiste este síndrome?
- ¿Ha estado alguna vez en un cajero automático detrás de alguien que no sabe manejar cajeros?- responde Pietro
- ....Si
- ¿Y delante de un dependiente de Burger king que no entiende lo de "Whopper, sin pepinillos"
- Si, supongo...
- Pues piense que toda su vida ha estado detrás de gente que no sabe manejar cajeros. Seguro que usted también padecería el "síndrome Pietro Maximoff".
Impactante. Un sujeto muy amigables, este Mercurio. Me acordé del tebeo en cuestión porque Anita acaba de leer "La conjura de los necios", uno de esos libros a los que hay que volver de vez en cuando. Su protagonista, Ignatius Reilly, también parece padecer este extraño trastorno, lo que queda claro en sus palabras: "sólo me relaciono con mis iguales, pero como no tengo iguales no me relaciono con nadie". Queda claro que la socialización no es su fuerte. El problema de ambos personajes es que, cuando miran a alguien por encima del hombro piensan que la culpa es de los demás, por no estar a su altura. Hay un trasfondo aterrador en esta enfermedad, y es que todos podemos contagiarnos en un momento u otro, pues el síndrome de Pietro Maximoff está mucho más extendido que la gripe aviaria, el anisakis, las vacas locas y todas esas chorradas. Porque, ¿quien no ha estado detrás de algún inútil que no sabía manejar un cajero? Los bancos deberían advertir de los peligros que encierran los vestíbulos de sus oficinas. Quien tenga el antídoto que avise.

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