Como es el Día del Libro y para no perder la costumbre, hoy hablaremos de literatura.
Si hago un rápido repaso mental de los libros que más me han epatado en este último año de mi existencia, uno de los primeros puestos lo ocupa 'Viaje al fin de la noche', de Louis-Ferdinand Céline, ese escritor francés de la primera mitad del siglo XX también recordado por su fervoroso antisemitismo, lo cual no es una credencial muy atractiva para sumergirse en su obra. Al menos en esta su primera novela, dicha ideología no se deja notar. O, si lo hace, es de manera tan subrepticia que yo no me di cuenta.
La verdad es que somos muy propensos a decir que nos entusiasma un escritor cuando solo hemos leído uno de sus libros. Por ejemplo, muchos lectores adoran a Nabokov, pero solo han leído 'Lolita' (recomiendo a todos ellos que se hagan con 'Ada y el ardor'). Con Céline me pasó algo así. Pensé que le adoraba, a pesar de que apenas acababa de introducirme en sus páginas. Es verdad que hay escritores que necesitan un único libro para ser recordados y admirados por las generaciones venideras. Por ejemplo: Rulfo, John Kennedy Toole, margaret Mitchell... Es probable que Céline entre en esta categoría, pues me da la impresión de que el resto de su obra entra en la categoría de olvidable. Mi segundo intento está resultando francamente descorazonador.
La novela de la que hablo es 'Muerte a crédito', que escribió a continuación de su obra más famosa. En ella sí se evidencia su antisemitismo, aunque velado por el desprecio a todos los seres humanos que transmiten sus palabras. La historia continúa en la estela de 'Viaje al fin de la noche' en cuanto a temática y estilística, narrando aquí la adolescencia del protagonista, un personaje (el mismo Céline, si atendemos a las coincidencias con su biografía) que ve el mundo como un agujero hediondo, un lugar donde no hay lugar para la belleza o la bondad. El reino de la mierda, vaya.
Pero a la vez que Céline intenta decirnos que no hay nada en la tierra que merezca la pena, el protagonista adopta a veces el tono patético de un incomprendido al que se ha condenado a un injusto destino sin merecerlo, al que sus progenitores acusan de los peores vicios cuando no es él el culpable, sino la sociedad, el medio, el sistema, las malas compañías y ese tipo de zarandajas a las que solemos acudir cuando queremos descargarnos de nuestro sentimiento de culpa.
Me parece que en este punto Céline malogra un tanto la narración, porque todos sus personajes son por norma deleznables, pero, al mismo tiempo, el protagonista debe darnos un poco de pena.
Tengo otro problema con la novela, mucho más grave. Me aburre soberanamente.
No sé exactamente por qué. Como 'Viaje al fin de la noche', es una sucesión de episodios a cada cual más sórdido, marcada por un humor cáustico y una prosa políticamente incorrecta.
Pero en la primera novela, detrás de lo llamativo del envoltorio, se adivinaba una historia e incluso una filosofía. Aquí me parece que no hay nada de eso.
Hace poco, leyendo 'Entre paréntesis', de Roberto Bolaño, intuí que al escritor chileno no le gustaba Céline. No lo decía abiertamente, pero en otro de los artículos del mismo libro pude descubrir la razón.
Bolaño habla de los escritores que se empeñan en poseer un estilo propio fácilmente reconocible, advirtiendo que el estilo puede ser un arma de doble filo. Y este es, a mi parecer, el fallo de Céline. Se ha esforzado en conseguir un estilo único e inimitable y lo ha conseguido. Pero piensa que para escribir solo tiene que recrearse en él: se olvida de que al mismo tiempo debe contar una historia distinta en cada novela. O al menos contar algo. Después de 300 páginas, por mucho que te guste su estilo, (parafraseando a Lluvia Pérez) acabas exhausto.
Estoy exhausto. No sé si podré acabar 'Muerte a crédito' y me temo que no le daré más oportunidades a Céline. Voy a ver si encuentro otro escritor al que admirar por tan solo una novela.
4 parlamentarios:
Hola!Pues no he leido nada de Celine, pero sí que conozco a muchos escritores admirables que merecerían pasar a la historia por una sola novela. Por ejemplo, Marsé, por Últimas tardes con Teresa, o Vázquez-Montalbán por Los Mares del Sur; a pesar de que estuve hojeándola el otro día y creo que ha envejecido un poco mal. O Giuseppe Tomasi di Lampedusa, por El Gatopardo, que es una maravilla de sutileza y de desengaño.
A mí me pasó como a ti con Celine con Vilallonga. Leí Bearn y me encandiló, pero intenté otra cosa de él, y la verdad es que llegué a la conclusión de que Bearn se la había escrito un primo suyo, como a Ana Rosa le escribió su cuñado el libro que plagió.
En fin, feliz día del libro, aunque ya sea 24.
Encontronazo con Céline y me toca el tostón. No me atrevo con "Viaje al fin de la noche". Algún día, si se cruza en mi camino, tal vez... Como dice el sagaz Tartamundos Trotamudo en su espacio Ínfulas (perdón, soy una cenutria enlazando):
"Yo de mayor quiero ser escritor.
Primero, escribiré un ensayo.
Y si me sale bien, escribiré una novela."
Pues eso, algunos necesitan ensayos previos, otros no. Y muchos se podrían haber dedicado a la filatelia que, aunque esté mal vista últimamente, por lo general no perjudica a nadie.
Yo me leí Lolita después de ver la película de Stanley Kubrick, de esta forma supuso su éxito definitivo... normalmente suele ser al revés primero te lees el libro y luego ves la peli, no? Pués tengo que decir que en mi caso fue la película la que me llevó al libro el cual me encantó.
Siento hablar sobre un libro de ciencia, pero "El gen egoísta" de Richard Dawkins no sólo es el libro que más me ha epatado sino que hizo que cambiase mi forma de pensar.
Es más, cada vez que hables de un MEME en el blog deberías recordarlo.
La teoría que todo lo que vemos e incluso lo que somos es un mero contenedor es apasionante.
En cuanto a novela, y sólo por joder un poco, me quedo con "El juego de Ender"
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