lunes, 27 de marzo de 2006

Joy in television

La red es como una enorme megápolis. Cada navegante habita su pequeño espacio y visita aquellos que les son más cercanos. Así como todos vamos a comprar el pan en la panadería de la esquina por comodidad, aunque el pan no nos entusiasme y prefiramos el del Carrefour, al cual sólo vamos los sábados tarde, muchas personas leen a Javier Pérez de Albéniz en vez de leer a la nunca bien ponderada Rosa Belmonte.
Como muchos internautas, la primera página que leo es El Mundo, supongo que por costumbre. Existen otros periódicos y portales informativos pero éste es el más familiar. En este sitio escribe Pérez de Albéniz, un crítico un tanto obvio y con muy mala baba. Pero ceñirse a las tiendas del barrio puede hacer que sacrifiquemos la calidad en aras de la comodidad.
Me gusta le televisión, no la veo mucho, pero me gusta. A pesar del tono apocalíptico que usamos cuando nos referimos a ella, existen cosas que pueden salvarse de la quema: series (Los Simpson); informativos (Ruedo ibérico); programas de entrevistas (El loco de la colina); espacios culturales (Miradas 2) o humorísticos (Humor amarillo).
Los escasos críticos catódicos de este país tienen un denominador común: no les gusta la tele. Es más, la odian. Esta situación es inimaginable en otras áreas, no existen críticos de cine que aborrezcan el cine ni críticos literarios que desprecien la literatura. Pero hay una excepción (quizá la que confirma la regla): Rosa Belmonte, que además de ser una entusiasta de las 625 lineas, es una escritora amena, divertida y con unos recursos casi infinitos. Por eso, a todo viajero que pare por aquí, desde mi humilde morada le aconsejo: lea "El descodificador", pero deténgase también en "Enciende y vámonos", aunque esté peor comunicado y haya que caminar un poco más lejos.

2 parlamentarios:

Anónimo dijo...

Pues sí, señor Luisru. Hay gente que todavía no ha visto la publicidad de Malibú. Toman todo al pie de la letra, sin leer entre líneas y... siempre aparece el susceptible de turno ofendido y ofendiendo a su vez. Bueno, a lo peor sí han visto el anuncio, pero lo interpretan como una panda de zánganos ociosos que deberían ponerse las pilas y dejar de atiborrarse a coco con graduación. Hay que tomarse las cosas con más humor, que no a la ligera. Y un ejemplo excelente es el blog que comenta ahí arriba. Si hay que ir al Carrefour o a Paris a por baguettes todos los días, se va, aunque cueste un poco. Incluso visitar varias panaderías y probar qué tal las chapatas, el pan de molde, las rosquillas... Después el bocata sienta mejor.

Anónimo dijo...

A mí me gustan ciertos panes, pero lo que hace tiempo que sí abandoné fueron las panaderías. Desde que puedo bajarme lo que me interesa de la red no le presto atención al tubo catódico.
Algunos críticos parecen que no tengan mando a distacia (que en todo medio se enuentra algo si se busca) y sí una actitud sadomaso que les obligue a chuparse lo que les repatea ver.
P.S: Gracias por el enlace. Hasta ahora no sabía cómo comentar aquí.