miércoles, 19 de marzo de 2008

Mutantes

Desde el principio supe que los mutantes acabaron hace mucho. La duda recurrente que me asalta es cual fue su historia definitiva, su historia última. Desde el principio pensé que la saga definitiva era una narración épica, en la que la Patrulla X decidía el destino del universo, en el que sacrificaban sus vidas para salvar a la raza humana de un final peor que la muerte.
En esta espiral que es nuestro devenir escuchamos cosas que quizá ya sabíamos y habíamos apartado del primer plano pero que repentinamente regresan, como se acaban contando siempre las mismas historias.
En la conferencia de presentación de ‘Cine, estética y pensamiento’, Doménec Font habló de los mutantes. No exactamente de los mutantes en los que yo estaba pensando, sino unos más añejos, los que aparecen en ‘La invasión de los ladrones de cuerpos’. Este clásico de la serie B está protagonizada por unos seres que suplantan a sus víctimas adoptando su forma. Font habló de estos mutantes porque intentaba explicar El Cine. Suena pretencioso, pero si yo me intento explicar los mutantes supongo que gente más preparada que yo podrá explicarse el séptimo arte.
Así, llegamos a un tercer tipo de mutantes: aquellos que disfrutamos con el cine que requiere de explicación, áspero, difícil, inextricable. Font introdujo ‘Inland empire’, una cinta mutante, incomprensible, deliberadamente feísta pero que consigue subyugar a pesar de su desorden y su inquietante interpretación de la imaginería de ‘Alicia en el país de las maravillas’.



Lynch ha dicho de su última obra que es una espiral. La historia de los mutantes es una espiral. Los distintos surcos se parecen unos a otros y se suceden, su circunferencia es más o menos amplia pero siempre tiene la misma forma. Ya lo sabía. Su historia definitiva es la de una suplantación, la del robo de un cuerpo. Un ente (Fénix) suplanta a una mutante. La historia original se contó hace mucho y se repite periódicamente. Nosotros los mutantes sufrimos una posesión que nos transforma de engullidores de palomitas a seres que gozan con lo críptico, con lo fantasmagórico.
Los mutantes no son héroes, son criaturas subterráneas que imitan la forma humana y que quizá no decidan el destino de la humanidad, aunque es posible que consigan marcar la diferencia.

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