martes, 29 de enero de 2008

El eterno retorno

Después de una época de economía de guerra, vuelvo a comprar los coleccionables del periódico. Después de un periodo convulso, en el que no he podido evitar saltarme mis viejas costumbres, vuelvo a ellas lentamente. Vuelvo a ver películas los fines de semana después de comer, una de mis rutinas favoritas. Aunque en distinta compañía (sigo intentando imbricar mis hábitos con los de mi nueva y flamante compañera de piso) vuelvo al cine de autor y al Hollywood clásico en la sobremesa de los sábados y los domingos.
Este domingo tocaba uno de los documentales que ofrecía El País, 'Los espigadores y la espigadora', firmado por la Dama de la Nouvelle Vague, la gran Agnes Varda. La Varda vuelve a los temas y personajes que ya retrató en cierto modo en 'Sin techo ni ley'. La película comienza con el cuadro de Millet, 'Des glaneuses', continúa con la definición de espigador y retrata las ajadas manos de la espigadora, a un viticultor que fue un pionero del cinematógrafo, un viaje a Japón, camiones en ruta, un mercado bajo las vías del metro en París, patatas en forma de corazón, un reloj vacío, a la esposa de un filósofo, el baile de la tapa de un objetivo, a un matrimonio que posee un bar en una ciudad francesa de provincias...
La cinta pretende ilustrar el hábito de espigar (incluso recogida en el código penal galo), que originariamente era la recolección de los frutos sobrantes de un campo de cultivo una vez su legítimo propietario los ha cosechado. Este epíteto se aplica aquí no solo a los alimentos, también a los objetos y, por supuesto, a las imágenes. Varda reune así una colección de estampas que permanecen en los márgenes de la realidad inmortalizada en las películas, despreciadas por todos menos por la espigadora del título.



A modo de conclusión, finalizan con la expedición al cavernoso almacén de un ignoto museo en el que se guarda un cuadro, 'Las espigadoras huyendo de la tormenta', de Pierre Edmond Hedouin, que parece querer contraponerse al cuadro mostrado inicialmente. Las espigadoras aquí están erguidas y muestran orgullosas su carga. Del mismo modo, la Varda se endereza de nuevo a pesar de su edad y adquiere valor para enfrentarse a la negra muerte, que parece quedarle próxima. La cineasta nos dice: un relámpago puede animar de nuevo vuestra laxa fuerza de voluntad, como a las espigadoras, un relámpago puede iluminar el resto de vuestro camino.
La directora volvió a los espigadores dos años después, pero yo no necesitaré ver la secuela del documental para volver a ellos: después de un periodo de preocupante pereza vuelvo a leer libros antes de dormir. Esa misma noche, hojeando 'The Art Book', un hermoso libraco de mi compañera de piso, me doy de bruces con 'Des glaneuses', de Millet, y todo vuelve otra vez: las ajadas manos de la espigadora, el viticultor que fue un pionero del cinematógrafo, el viaje a Japón, camiones en ruta, el mercado bajo las vías del metro en París...

viernes, 25 de enero de 2008

Parejas imposibles

La noticia más extraña que he oído últimamente es la presunta relación romántica que han iniciado estos dos:

Lo que me ha llevado a reflexionar sobre lo absurdo de algunos emparejamientos entre personajes de los que se asoman de vez en cuando por la actualidad, como por ejemplo:


Nicolas Sarkozy y Carla Bruni

Martin Scorsese e Isabella Rossellini

Sara Montiel y Anthony Mann (que se casaron dos veces, una de ellas in articulo mortis)

Rictor y Estrella Rota (retratados aquí con mucha gente en medio, pero la química entre ellos es evidente)


Paco Pil y Whigfield


Cayetana Guillén Cuervo y José María Aznar (creo que me he equivocado de foto)



María Escario y María Teresa Fernández de la Vega (yo me lo creí)

Frank Sinatra y Mia Farrow


Michael Jackson Y Lisa Marie Presley

Cristina Narbona Y Josep Borrell.

Diane Keaton y Keanu Reeves

Juan José Millás y Boris Izaguirre (José Manuel Lara hizo de casamentero)

Propongo ahora que cada uno indique otras parejas que le resulten estrambóticas, bizarras, absurdas o, simplemente, extrañas. Para que se inspiren dejo este sitio en el que se sugieren unas cuantas.

Pd: el próximo post no será una lista.

martes, 22 de enero de 2008

Recuerdos de un joven cinéfilo

Inspirado por este post de El dormitorio de Maud y los Je me souviens de George Perec (téngalo siempre en su mesilla de noche) he decidido compilar no solo recuerdos cinematográficos circunscritos a los últimos 12 meses (que son muchos y muy variados) sino todos y cada uno de los que he acumulado en mi aun breve experiencia de cinéfilo. Esta insólita reunión tendrá lugar en un nuevo espacio de la sobresaturada blogosfera, Recuerdos de un joven cinéfilo, que, como los otros dos que firmo, será el continente de cualquier tontería que se me pase por la cabeza, en este caso cualquier recuerdo que me asalte y en el que intervenga el cinematógrafo, aunque sea de la forma más peregrina. Ah, y su periodicidad también dejará mucho que desear.
Y para que esto no parezca mera autopropaganda, continuamos con nuestra programación habitual: la lista de las 10 mejores películas que he visto este año en una sala de cine.



1- En la ciudad de Sylvia (José Luis Guerín)
2- Takeshis (Takeshi Kitano)
3- Lady Chatterley (Pascale Ferran)
4- Little Miss Sunshine (Jonathan Dayton, Valerie Faris)
5- Naturaleza muerta (Jia Zhang Ke)
6- María Antonieta (Sofia Coppola)
7- Once (John Carney)
8- Borrachera de poder (Claude Chabrol)
9- Deseo peligro (Ang Lee)
10- La ciencia del sueño (Michel Gondry)

Merecen citarse asimismo algunos episodios de ‘Paris je t´aime’ (en especial el de Alexander Payne), ‘La vida de los otros’ (Florian Henckel-Donnersmarck) y ‘Los testigos’ (André Techiné).
2007 ha sido el año en que mas películas he visto en la pantalla de mi ordenador, algunas incluso no estrenadas en nuestras pantallas, misteriosas y crípticas joyas, como ‘Les amants reguliers’ (Philip Garrel), perdidas y encontradas en el ciberespacio. Este acceso a obras insólitas, inextricables y difícilmente localizables en las estanterías de los grandes almacenes es considerado piratería por algunos, pero yo prefiero llamarlo amor por el séptimo arte. La misma clase de amor que nos impulsa a acudir a la Filmoteca y similares para empaparnos las retinas con sobrecogedoras cintas que no habíamos visto antes (me ha sucedido con ‘El año pasado en Marienbad’ o ‘Corazonada’) o con otras que ya casi nos sabemos de memoria (‘A bout de souffle’ ‘8 y medio’).
Y es que uno puede conformarse con el cine que se anuncia al final de los telediarios y que intentan vendernos las revistas que se autodenominan especializadas o acercarse a filmes distintos, quizá más difíciles, pero más rentables si sabemos como aprehenderlos. Yo me he asomado a ellos y ya no puedo apartar la mirada.

jueves, 17 de enero de 2008

El año de los micrófonos

¿Funciona esto? Proba, proba, los micrófonos. Carmen, los micrófonos. Un meme, los micrófonos. Lista, los micrófonos. Jitazos, los micrófonos. 2007, los micrófonos. Una tradición, los micrófonos. Indie pop, los micrófonos. If i can´t dance it´s not my revolution, los micrófonos. Videoclips, los micrófonos. Believe the hype (machine), los micrófonos. Emepetreces, los micrófonos. Myspace, los micrófonos. Muerte de las discográficas, los micrófonos. “Una pregunta: ¿alguien recuerda un año con más discos, conciertos, festivales, descargas legales e ilegales y, en fin, más presencia de la música (buena, mala o regular, directa o indirecta) en nuestras vidas?” Rockdelux 258. Y los micrófonos.



1- Going to a town-Rufus Wainwright
2- 1, 2, 3, 4-Feist
3- The magic position-Patrick Wolf
4- Rehab-Amy Winehouse
5- Laisse aboyer les chiens-Benjamin Biolay
6- Roundabout-Axe Riverboy
7- If looks could kill-Camera Obscura
8- D.A.N.C.E-Justice
9- El vertedero de Sao Paulo-Astrud
10- You know me better-Roisin Murphy
11- Take it like a man-Dragonette
12- Earth intruders-Bjork
13- La revolución sexual-La Casa Azul
14- Black mirror-Arcade fire
15- Duri Duri-Maria Daniela y su sonido Lasser
16- The Big bang Jump-The Office
17-Vilaines filles mauvais garcons-Fabienne Delsol
18- The great Unwanted-Lucky soul
19- An end has a start-Editors
20- Sing sing-Ultra Orange & Emmanuelle Seigner
21- Acceptable in the 80s-Calvin Harris
22- Flux-Bloc Party
23-!!!-Must be the moon
24- Fake empire- The National
25- Take it to fantastic-Cannonball Jane
26- Sipping On Sweet Nectar- Jens Lekman
27- Tonight the streets are ours- Richard Hawley
28- Je veux te voir- Yelle
29- Heart it races-Architecture in Helsinki
30- Jimmy- M.I.A
31- I found out- The Pigeon detectives
32- De Benidorm a Benicassim- Beef, J & Christina Rosenvinge
33- We danced together-The Rakes
34- Brianstorm-Artic Monkeys
35- Dèsir Dèsir- Vincent Delerm & Iréne Jacob (live)
36- Hearts on fire-Cutcopy
37- Put your hands on me-Joss Stone
38- Britney-I´m from Barcelona
39- Australia- The Shins
40- 23- Blonde redhead
41- Je n´aime que toi- Louis Garrel, Clothilde Hesme & Ludivine Sagnier
42- The kids are all shite-Mikrofisch
43- Lollipop-Mika
44- Pogo-Digitalism
45- Lalala-Nouvelle Vague & Julie Delpy
46-Fa fa fa-Datarock
47- Revival-Soulsavers & Mark Lanegan
48- I want your soul-Armand Van Helden
49- Bardamu-Vinicio Caposella
50- Don’t stop the music-Rihanna

Canciones que descubres con otras listas de final de año: Peacebone-Animal collective, El fantasma de la transición-Triángulo de amor bizarro, Les revenants-Vanessa Paradis, Fancy footwork- Chromeo y Folder-Plastic Operator

Además de los jitazos, pudimos disfrutar de otras cosas. Fueron los mejores en 2007:

Descubrimiento viejuno: Cartes Postales-Yves Montand y Egyptian Shumba-Tammys



Video: D.A.N.C.E- Justice
Canción del verano: Hot Summer-Monrose
Album: Trash ye-ye-Benjamin Biolay
Villancico: Oh what a Christmas-El Perro del Mar
Versión bizarra: Eye of the tiger- Chiara Mastroianni y Relax baby be cool-Stereo Total
Concierto: Phoenix en el Summercase
Friki Musical: ¿Hace falta decirlo? Aunque esta otra no le anda a la zaga.
Le paso la pelota a Palomares, que nos lo descubrió, y a Cayetana, que lo institucionalizó.


Actualización: Podéis escuchar (casi) todas las canciones de la lista arriba a la derecha.

martes, 15 de enero de 2008

Hipotecas o "Ojala tuviera yo una pata de mono"

Algunos relatos (los mejores, supongo) son capaces de permanecer en el imaginario colectivo durante eones. Algunos sufren variaciones a lo largo de los siglos pero, en esencia, continúan siendo los mismos. El cuento del objeto mágico que concede tres deseos a quien lo encuentra recorre como un interminable tendido eléctrico la literatura universal casi desde su inicio. Una de las versiones más conocidas es la de 'La pata de mono', una breve narración del escritor inglés W. W. Jacobs que se publicó en los albores del siglo XX. La pata disecada de un mono es el bizarro artefacto por el que su portador verá realizadas sus más descabelladas fantasías. Pero ya lo advertía Kitty Pryde en el antológico Excalibur 13, "como en un cuento de hadas, todos estamos dotados de poderes mágicos, por lo que todos pagamos un precio". ¿Cuál es el precio por usar la magia de esta extremidad cuyos dedos se van plegando a medida que va concediendo deseos? Un precio exhorbitado, tan exhorbitado como lo que cuesta un piso en el centro de la capital de España.


Algunos relatos no solo apelan a miedos o deseos que están presentes en la mente de todos, sino que se pueden trasladar sin apenas esfuerzo a la actualidad. Cuando volví a leer el cuento de Jacobs lo encontré inquietantemente contemporáneo. La pata de mono le cae en suerte a un hombre feliz, que no desea nada en especial. Pero su hijo le convence para que desee librarse de la hipoteca. Que levante la mano el que, a pesar de que pueda afirmar que es moderadamente feliz, no le pediría a una pata de mono, a una lámpara maravillosa o a una estampita de San Judas Tadeo, que le arreglase las cuentas pendientes con el banco.
Los guionistas de cine no deben ser unos lectores concienzudos, porque si no, habrían descubierto el potencial de este historia que, trasladada, por ejemplo, a un barrio cualquiera de Madrid, daría lugar a un film de terror psicológico con trasfondo social. Que busquen en su cabeza porque el imaginario colectivo también les pertenece a ellos.
Otros guionistas, más espabilados quizá, los de Los Simpson, ya recurrieron a este relato para uno de sus inconmensurables especiales de Halloween, en el que Homer, después de conseguir con sus deseos que la tierra sea invadida por extraterrestres abiertamente hostiles, le regala la mano de mono a su vecinito Flanders, que la usa para realizar unos espectaculares arreglos en su vivienda sin necesidad de recurrir a los albañiles o al catálogo de Ikea. Cuando Homer observa el flamante chalé de su vecino, exclama "Ojala tuviera yo una pata de mono".

viernes, 11 de enero de 2008

La virginidad de Lady Chatterley

La nuestra es esencialmente una época trágica, así que nos negamos

a tomarla por lo trágico. El cataclismo se ha producido, estamos entre las
ruinas, comenzamos a construir hábitats diminutos, a tener nuevas
esperanzas insignificantes. Un trabajo no poco agobiante: no hay un camino
suave hacia el futuro, pero le buscamos las vueltas o nos abrimos paso
entre los obstáculos. Hay que seguir viviendo a pesar de todos los
firmamentos que se hayan desplomado.


A veces, uno dispone de un par de horas para pararse delante de una de esas películas en las que los personajes no hablan prácticamente en todo el metraje y la acción brilla por su ausencia. Algunos, en tono despectivo, se referirán a ellas como "películas de arte y ensayo". Sigo sin saber si el cine es un arte o un medio de comunicación social (agria polémica que se inició en mis días de estudiante) y las únicas películas-ensayo que conozco son aquellas que Godard filmó a finales de los 80, poco aptas para no iniciados en la materia. Al fin y al cabo, 'Lady Chatterley' es un film narrativo como otro cualquiera, aunque para contar la historia que desea, se decanta por las imágenes en lugar de las palabras, reivindicando así la concepción primigenia del cinematógrafo, que las más de las veces se olvida, favoreciendo una vacua verborrea mayormente prescindible.
La directora Pascale Ferran opta por otorgar un papel destacado a la naturaleza no solo como marco que contenga los sentimientos de los protagonistas, sino como un ente que los comparte y que, incluso, puede llegar a modificarlos. He encontrado en diversos análisis esta importancia del paisaje con la denominación de "épica de los sentimientos", en especial aplicada al cine de David Lean, en el que se entremezclan los dramas intimistas con los sucesos que afectaron al curso de la historia de la humanidad. Pero creo que esta expresión le cuadra a 'Lady Chatterley', porque las intensas emociones experimentadas por Constance y su amante son el eje de la narración, una narración sostenida por éstas y por la inconmensurable belleza de la naturaleza retratada, que insufla aliento épico la pasión amorosa.
Lo mejor (o lo peor, según se mire) de prescindir de los diálogos es la información que se deja en los márgenes del relato, datos seguramente poco relevantes, pero que el espectador no puede evitar preguntarse durante el transcurso o finalizado el visionado. Por ejemplo, en el primer encuentro con el Hombre de los Bosques, ¿es virgen Lady Chatterley? En la novela este punto está bastante claro, pero aquí solo tenemos para desentrañarlo las expresiones de la actriz Marina Hands, que puede interpretarse de decenas de formas. Lo bueno que tiene esto es que consigue que le demos vueltas al asunto durante días, cosa que no se logra con el 80% de lo que vemos, olvidado a la media hora.


En el último número de Cahiers du Cinema, alguien dice de la existencia de 'Lady Chatterley' que responde a un proceso de calcificación de un determinado cine de autor europeo. Para rematar esta breve reseña, únicamente señalar dos detalles:

1- Que pese a esta definición (y a los otros muchos peros que se le puedan poner a la cinta), esta adaptación de la novela de D.H. Lawrence es hermosísima.

2- Que la palabra "calcificación" es igualmente hermosa y me hace imaginar firmamentos desplomados y polvo de estrellas con aspecto de celuloide.

miércoles, 9 de enero de 2008

Fred Chichin

Hace poco he conocido la muerte de Frédéric Chichin. Este músico francés era la mitad del dúo Les Rita Mitsouko. He ofrecido pruebas de mi devoción al grupo en páginas anteriores.
Chichin se dio a conocer a finales de los setenta, en un movimiento musical similar a la new wave anglosajona en el que comenzaron (y en ocasiones terminaron) su carrera Indochine, Plastic Bertrand o Marquis de Sade. Chichin formó parte de bandas tales como Fassbinder o Taxi girl (junto a un joven Mirways, luego creador del 'Music' de Madonna) hasta que conoció a Catherine Ringer, eventual actriz de cine no apto para todos los públicos, con la que se casó y formó Rita Mitsuoko, nombre al que años más tarde se le añadiría el 'Les'.
Su momento de gloria en el pop les vino allá por 1986 de la mano del productor Tony Visconti (ya había hecho lo propio con David Bowie o T Rex), que colaboró con ellos en el álbum 'The no comprendo', un éxito tanto dentro como fuera de territorio galo.
Además de cuidar sus canciones, Chichin y Ringer daban enorme importancia a su imagen y esto lo demuestra el hecho de que contaran con el fotógrafo Jean Baptiste Mondino para que firmase videoclips como el de 'C´est comme ça' y fueran filmados por Godard para la película 'Soigne ta droite'.
Les Rita Mitsouko publicaron su último álbum, 'Variety', durante el año que acabamos de dejar atrás. Nadie le hizo mucho caso. También fueron noticia en los últimos meses por su apoyo al inefable Sarkozy durante su campaña electoral.
Pero la decadencia de un artista no es importante, es preferible destacar que las canciones de la mejor época de Chichin siguen vigentes, como demuestra la utilización de un par de temas en la banda sonora de la espléndida 'Los testigos'.



Redactando este post me he dado cuenta de que se asemeja inquietantemente a este otro, en el que también se habla de la muerte de alguien que participó de manera tangencial en la última cinta de André Techiné. ¿Estaremos ante un nuevo filme maldito?

jueves, 3 de enero de 2008

De cómo Pushing daisies ganó a Dexter en un solo asalto

El lunes por la noche sentí la proximidad del vacío. Ya no quedaban nuevos capítulos de ‘Heroes’ en el ordenador. ¿Qué podía hacer para llenar el hueco que había dejado? Por mi cabeza cruzó fugazmente la idea de encender el televisor, pero la deseché al instante. La caja tonta se me antojaba un lugar aun más desolador que la nada. Menos mal que mi compañera de piso es una persona previsora y solucionó esta carencia con dos propuestas recién llegadas del otro lado del charco.
Desde el momento en que supe que debía enfrentar dos series, algo en mi fuero interno me dijo que solo una de ellas quedaría en pie. Así es la idiosincrasia del ser humano, una dualidad en la que se ha de elegir constantemente entre las dos bifurcaciones de un único sendero: no se puede votar al mismo tiempo al PP y al PSOE y no se puede ser fan del Tomate si disfrutas con Sé lo que hicisteis...
Así que la noche del lunes se convirtió en una inesperada velada de Pressing Catch en la que se enfrentaron, en un extremo del ring, Dexter, las aventuras de un forense que se dedica a asesinar a sangre fría en sus ratos libres, y en el otro, Pushing daisies, un cuento macabro sobre un pastelero que puede resucitar a los muertos.
El desenlace de la pelea se antojaba complicado, pues ambas parten con puntos a su favor. El amoral Dexter disfruta torturando a sus víctimas aunque, eso sí, solo la toma con tipejos que no han sido convenientemente castigados por la justicia. El héroe de Pushing daisies es un humilde hostelero que se ve forzado a trabajar como detective, resucitando a asesinados para que revelen quién los mató. El primer encontronazo acaba en tablas.
Todo buen serial debe plantear un misterio que se resolverá bien avanzada la trama. El primer episodio de ‘Dexter’ no desvela el origen del sádico apetito del susodicho. Además, presenta a otro asesino que roba hasta la última gota de sangre de sus víctimas. Mientras tanto, ‘Pushing daisies’ cuenta el reencuentro del prota con un antiguo amor de infancia que acaba de morir. ¿Adivináis con qué parte del cuerpo la toca? Pero, ah, entonces se nos revela que el don de Ned tiene truco: si vuelve a tocar al resucitado, éste la palma definitivamente, con lo cual ni puede acariciar a la chica de sus sueños. Por lo que el enigma que se nos ofrece es el de una simple comedieta romántica. Un derechazo a la mandíbula de 'Pushing...'.
Echemos un vistazo más largo a los personajes. Dexter Morgan trabaja para la policía y se dedica a investigar a cuenta de ésta a los serial killers de Miami, mientras que Ned acaba trabajando como investigador privado para resolver crímenes difíciles de aclarar. Personalmente prefiero las series detectivescas en las que el protagonista se parece lo menos posible a un detective. Por ejemplo, la entrañable Jessica Fletcher de ‘Se ha escrito un crimen’. Por eso ‘Pushing daisies’ se apunta un tanto. Y el público del estadio enloquece.
Ned no trabaja solo, recibe órdenes de un profesional, un negro con escasos escrúpulos, y se hace acompañar de su resucitada novia, que debe ayudar a esclarecer su propio crimen.
Dexter se ayuda de su hermana, también policía, y es fiscalizado por otro poli, un negro con demasiados escrúpulos que le tiene inquina. El resto de los secundarios de 'Dexter' se compone de los poco variopintos trabajadores de la comisaría. El reparto de ‘Pushing daisies’ lo completan las agorafóbicas tías de la rediviva protagonista, el estólido encargado de la funeraria, la ayudante de Ned (que tendrá su momento de gloria en el segundo episodio)... En general, el elenco de ‘Pushing...’, aunque deudor del universo burtoniano, es más variopinto que los amigotes de Dexter, todos completados con su arma reglamentaria. La primera pone a la segunda contra las cuerdas.
Y llegamos a la ejecución del argumento. En esta primera toma de contacto, sabemos que Dexter fue adoptado y que, desde antes de eso, sentía una terrible pulsión que le obligaba a tomar vidas ajenas. ¿Qué hace su padre cuando descubre que su hijo se desfoga con los animales domésticos del vecindario? Le recomienda que, ya que tiene que matar, se dedique a los criminales. Lógico. El resto de la trama narra el descubrimiento de un par de cadáveres que fascinan a nuestro héroe, aunque no sean obra suya, y un par de ajusticiados que sin duda se merecían su suerte.
Mientras tanto, en ‘Pushing daisies’, el atormentado Ned descubre la cruz de sus poderes tras resucitar a su madre, que muere de nuevo enseguida. Esto, sumado al repentino abandono por parte de su padre, hace que se convierta en un ser solitario y amargado, incapaz de relacionarse con nadie que no sea su perro, al cual tampoco puede tocar. Una casualidad le lleva a trabajar con un detective privado, que le conducirá a la búsqueda de un enigmático tesoro escondido en una maleta. Todo ello narrado con una veta de realismo mágico y una estética colorista que, sinceramente, me pueden.
La portentosa llave que ha aplicado ‘Pushing daisies’ a ‘Dexter’ está a punto de decantar el combate, ya que, mientras la segunda es solo otra serie con poli que se dedica a atrapar malosos, aunque cometa crímenes en el entreacto, la primera, aunque pueda confundirse con una vulgar soap opera, es una original y entretenida mezcolanza de géneros que me ha obnubilado a la manera en que lo hizo 'Desperate housewives' hace 2 años.
Y en esto el árbitro contó hasta 3 y Dexter acabó mordiendo el polvo.