jueves, 12 de octubre de 2006

La increíble historia de la vieja que aprendió a nadar (II)

-(Aplausos enfervorizados del público) Ahora que hemos vuelto de la pausa publicitaria, esperemos que nuestra invitada acabe su historia. Manola, estabas contando que te salvó de morir ahogada una niña de unos 12 años...
-¡Qué va a tener 12 años, Patricia, no te enteras de nada!¡Si no habría hecho todavía ni la primera comunión!
-Bueno, que más da la edad de la niña. Lo importante es que nos cuentes...
-A ver, por donde iba, ¡ah sí! Pues estaba yo alejándome de las señoras aquellas que, como yo digo, se quedaban en la orilla como garbanzos en remojo, cuando me di cuenta de que la playa estaba cada vez más lejos. Ya desde allí solo se me debía ver el gorro rojo que llevaba. Así que empecé a nadar hacia fuera. Pero cuanto más nadaba, más me chupaba el mar para dentro. Así que, como yo ya sabía nadar bastante bien, en vez de intentar salir, me quedé a flote porque así podría aguantar hasta que alguien me sacase. Pero claro, no había nadie metido en el agua porque era muy pronto. Así que empecé a gritar ¡Eh! ¡Eeeeeh!, para ver si me oían los que estaban en la orilla.
-¿Y te oyó alguien?
-Las señoras que estaban como garbanzos en remojo. Como había por allí una niña con una colchoneta de estas que se hinchan, le contaron que había una mujer mayor que tenía problemas para salir del agua y que fuese a ayudarme...
-Pues vaya idea también la de las señoras, mandar una niña a salvarte...
-Ya, pero como no había nadie más en la playa... El caso es que la niña fue hasta donde yo estaba con su colchoneta y yo me agarré a ella porque ya estaba cansada de mantenerme a flote. Entonces me dije, "Manola, estás salvada", porque ya me había visto en el otro barrio. Pero la niña era muy pequeña y no podía sacarme, así que le dije que hiciese señas a la gente de la playa para que nos sacase. Yo, entretanto, intentaba no meterla miedo, porque sabía que si nadie nos sacaba nos íbamos a pique las dos.
-Si tú soltabas la colchoneta la niña podía salir.
-Si, claro, pero yo me ahogaba. Mientras estuvimos en el agua, habían llegado los de la Cruz Roja a la playa y, cuando las señoras les avisaron, nos sacaron a las dos.
-Pero entonces no te salvó la niña. ¿No habías venido aquí para encontrarla?
-Yo quería encontrar a la niña, a los de la Cruz Roja o a las señoras que estaban como garbanzos en remojo (el público ríe ruidosamente).
-Bueno, se nos ha acabado el tiempo...
-Yo solo he venido a este programa a decir que el mar es muy traicionero y que, aunque parezca que está en calma, te puede chupar para dentro en cuanto te metes un poco en lo hondo. Yo no he vuelto nunca más a intentar nadar, que cuando pisé la orilla el bocadillo que había desayunado lo sentía como una estaca justo aquí(se señala la garganta y el público ríe de forma atronadora).
-Lo siento, pero no nos queda tiempo para más. Gracias a Manola y al resto de los invitados por haber venido y mañana volvemos con un tema tristemente de actualidad: "Mi marido es anoréxico". ¡Hasta mañana!

P.S. Basado en una historia real.

2 parlamentarios:

Anónimo dijo...

Jajajajaja

Anónimo dijo...

virgen santa.