miércoles, 19 de abril de 2006

Lo noche del lector (II)

"Farenheit 451" (François Truffaut)

"-¿Es cierto que hace mucho tiempo los bomberos solían apagar incendios en lugar de quemar libros?
-¿Apagar incendios? ¿Quién le dijo eso?
-No sé, alguien. Pero ¿es cierto? ¿Así era?
-¡Qué idea tan extraña! Las casas siempre han sido incombustibles
-Dígame, ¿Por qué quema libros?
-Es un trabajo como cualquier otro... es un buen trabajo, con mucha variedad. El lunes quemamos Miller, el martes Tolstoi, el miércoles Walt Whitman, el viernes Faulkner y sábado y domingo, Schopenhauer y Sartre.

Pasto de las llamas:

"Cumbres borrascosas" (Emily Bronte)

-Elena: ¿no sueñas nunca cosas extrañas? -me dijo, después de reflexionar un instante.
-A veces -respondí.
-También yo. En ocasiones he soñado cosas que no he olvidado nunca y que han cambiado mi modo de pensar. Han pasado por mi alma y le han dado un color nuevo, como cuando al agua se le agrega vino. Y uno que he tenido es de esa clase. Te lo voy a contar, pero líbrate de sonreír ni un solo instante. (...)

-Pues soñé -dijo- que estaba en el cielo, que comprendía y notaba que aquello no era mi casa, que se me partía el corazón de tanto llorar por volver a la tierra, y que, al fin, los ángeles se enfadaron tanto, que me echaron fuera. Fui a caer en medio de la maleza, en lo más alto de Cumbres Borrascosas, y me desperté llorando de alegría. Ahora, con esa explicación, podrás comprender mi secreto. Tanto interés tengo en casarme con Eduardo Linton como en ir al cielo, y si mi malvado hermano no hubiera tratado tan mal al pobre Heathcliff, yo no habría pensado en ello nunca. Casarme con Heathcliff sería rebajarnos, pero él nunca llegará a saber cuánto le quiero, y no porque sea guapo, sino porque hay más de mí en él que en mí misma. No sé qué composición tendrán nuestras almas, pero sea de lo que sea, la suya es igual a la mía, y en cambio la de Eduardo es tan diferente como el rayo lo es de la luz de la luna, o la nieve de la llama.

"Orgullo y prejuicio" (Jane Austen)

–Ahora le toca a usted decir algo, señor Darcy. Yo ya he hablado del baile, y usted debería hacer algún comentario sobre las dimensiones del salón y sobre el número de parejas.Él sonrió y le aseguró que diría todo lo que ella desease escuchar.
–Muy bien. No está mal esa respuesta de momento. Quizá poco a poco me convenza de que los bailes privados son más agradables que los públicos; pero ahora podemos permanecer callados.
–¿Acostumbra usted a hablar mientras baila?
–Algunas veces. Es preciso hablar un poco, ¿no cree? Sería extraño estar juntos durante media hora sin decir ni una palabra. Pero en atención de algunos, hay que llevar la conversación de modo que no se vean obligados a tener que decir más de lo preciso.
–¿Se refiere a usted misma o lo dice por mí?
–Por los dos –replicó Elizabeth con coquetería–, pues he encontrado un gran parecido en nuestra forma de ser. Los dos somos insociables, taciturnos y enemigos de hablar, a menos que esperemos decir algo que deslumbre a todos los presentes y pase a la posteridad con todo el brillo de un proverbio.
–Estoy seguro de que usted no es así. En cuanto a mí, no sabría decirlo. Usted, sin duda, cree que me ha hecho un fiel retrato.
–No puedo juzgar mi propia obra.

"El retrato de Dorian Gray" (Oscar Wilde)

Empezó a preguntarse si alguna vez se conseguiría hacer de la psicología una ciencia tan exacta que fuese capaz de revelarnos hasta el último manantial de la vida. Mientras tanto, siempre nos equivocamos sobre nosotros mismos y raras veces entendemos a los demás. La experiencia carece de valor ético. Es sencillamente el nombre que dan los hombres a sus errores. Por regla general los moralistas la consideran una advertencia, reclaman para ella cierta eficacia ética en la formación del carácter, la alaban como algo que nos enseña qué camino hemos de seguir y qué abismos evitar. Pero la experiencia carece de fuerza determinante. Tiene tan poco de causa activa como la misma conciencia. Lo único que realmente demuestra es que nuestro futuro será igual a nuestro pasado, y que el pecado que hemos cometido una vez, y con amargura, lo repetiremos muchas veces, y con alegría.

PD: El post ha quedado como un cartel del metro de esos que rezan "No te quedes en la primera página, continúa en tu librería", que horror. En fin..

5 parlamentarios:

Anónimo dijo...

Muchos "Faber" andan sueltos en depende qué curros.

Anónimo dijo...

Y después de este post, el alma que es igual a la tuya te dice que no es por ser guapo, sino porque hay más de mí en tí que en mí misma. No sé qué composición tendrán nuestras almas, pero sea de lo que sea, la tuya es igual a la mía ...
Seguro que habrá siguiente página, o siguiente tomito... Que no se te ocurra dejar de leer!!!

Anónimo dijo...

Jo, Anita, que me pongo rojo y todo... Gracias por los ánimos.

Anónimo dijo...

Me gustas rojo...

Anónimo dijo...

The artist who did this is something Finch?
do you know his name?
=)