Continuamos con nuestra serie dedicada a gatos célebres, en esta ocasión con uno real. El minimo en cuestión debe su fugaz fama a "La Dolce Vita", una de esas películas que se suelen definir con un rosario de tópicos: obra maestra, perfecta, redonda, una de las mejores cintas de todos los tiempos, etc, etc.. El gatito (que yo recuerde) no tiene nombre y sólo aparece en una escena, aquella en la que Anita Ekberg lo recoge en una desierta calle romana que conduce directamente a la Fontana de Trevi, en la que posteriormente se introducirá, dando lugar a una de las imágenes más famosas de la historia del cinematógrafo. Aquí acaba la trayectoria del felino, que ha viajado haciendo equilibrios en la cabeza de la rotunda intérprete hasta su acuático destino.
Después de unos meses de andadura, he descubierto algunos de los temas de este blog, como los paralelismos, esas inesperadas convergencias entre dos puntos en los que a veces confluyen las cosas, o la dualidad que enfrenta a dos aspectos del mismo ámbito, como el cine europeo y el norteamericano. En la película de Fellini hay otra escena en la que Marcello Mastroianni, que encarna a un periodista, acude a un pequeño pueblo, hogar de unos niños que dicen haber visto a la Virgen. Los pequeños anuncian que la visión volverá a manifestarse de un momento a otro, provocando que una multitud compuesta por equipos de televisión, enfermos que esperan una cura milagrosa, curiosos, fanáticos, escépticos y lugareños, esperen durante horas bajo una intensa lluvia.
Hace poco vi "Juan Nadie", otra más de esas bienintencionadas comedias de Frank Capra, llenas de un patriotismo insultantemente optimista. El heroe, Gary Cooper, un actor que ha trascendido el mero arte dramático para convertirse en icono, es un paleto que se convierte en ídolo nacional gracias al maquiavélico plan de una periodista ambiciosa. Cientos de personas se reunen en un acto público organizado para aclamarle mientras el agua cae a plomo del cielo. Finalmente se producirá un tumulto y el protagonista tendrá que huir entre abucheos. La razón de este cambio de actitud de la multitud es... Las coincidencias entre ambas escenas podrían ser casualidad, pero también es probable que Fellini hubiese vista esta película y le gustase. O quizá tenga fijación con las tormentas, pues también retrata una en "Roma", en la que el propio cineasta viaja con su equipo por una autopista que conduce a la capital italiana en una jornada de abundantes precipitaciones.
O puede ser, que, por mucho que nos empeñemos en resaltar las diferencias, sean más las similitudes y el cine americano haya invadido al europeo hasta tal punto que ambos ya no puedan diferenciarse.
PD: Otro día hablaremos de Pirata, el verdadero gato de Anita.
sábado, 25 de febrero de 2006
El gato de Anita
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2 parlamentarios:
Me regalaron un póster fenomenal de la Dolce Vita: Marcelo en primer plano, cigarrillo en los labios, y Anita en segundo bailando. Hubiera preferido el dúo Mastroianni-Anouk Aimee, aunque sólo fuera porque el pechamen de la nórdica acapara media estancia y me gusta mantener mi espacio vital. Yo creo que más que la similitud entre Fellini y Capra habría que fijarse en la de Ekberg con Lolo Ferrari.
Lluvia Pérez.
Ja ja ja, Lluvia, eres genial. Anita Ekberg era toda una mujerona, muy del estilo de Fellini, aunque es cierto que se parece a Lolo Ferrari, que horror¡¡. Creo que tengo la imagen que mencionas en un calendario que me trajo mi Anita de su viaje a Italia. De las chicas de la peli me quedo con la que hace de novia de Marcello, que ni siquiera sé como se llama.
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