lunes, 11 de febrero de 2008

Un atisbo de humanidad

En un ya añejo cómic, el Onslaught: Marvel Universe, el supervillano de turno, Onslaught, mantiene una distendida conversación con el Profesor Xavier en la que le comenta que destruirá la tierra y a todos sus habitantes porque es muy malo y muy poderoso y nadie puede vencerle. El profe le responde que le falta algo para conseguir su objetivo: un atisbo de humanidad. Y que eso será su perdición.
Me gusta la expresión "soy humano", que sirve para justificar errores leves o defectos que le delatan a uno como ente cuyas reacciones y pensamientos son imprevisibles.
De eso trata más o menos 'La question humaine', de Nicolas Klotz, una película cuyo argumento establece un siniestro paralelismo entre el lenguaje de los departamentos de recursos humanos de las grandes corporaciones y el que utilizaban los nazis para redactar sus informes sobre el día a día del holocausto.



Como soy humano, tengo una predilección desaforada e injustificable por el cine galo. Como soy humano, me ofende que una cinta tan importante como esta no se haya estrenado comercialmente en España. Como soy humano, me hace reír que el protagonista, un inexpresivo Mathieu Amalric, haya ganado un puñado de premios internacionales por una interpretación en la que solo tiene que pestañear. Como soy humano, no entiendo a esas personas que viven para trabajar. Se me ocurren millones de cosas con las que obsesionarme antes que eso, aunque reconozco que no le pasa a todo el mundo, más si trabajan en una multinacional y su nómina abulta tanto como la guía telefónica.
Trabajar en una oficina tiene una cualidad adictiva. Te hace creer a veces que tu vida se reduce a ese espacio impersonal, a esos compañeros (con los que estableces relaciones que, peligrosamente, llegas a confundir con la amistad), a ese horario, y que el resto es únicamente el espacio entre un día laborable y otro. 'La question humaine', aparte de hablar de la pérdida de identidad de los individuos en la terrible uniformidad de la empresa, narra la construcción del proyecto vital del protagonista, un proyecto que aleja sus sentidos del lugar en el que trabaja, algo que no parecía haberle ocurrido hasta ese momento. Este oficinista vive en un vacío laboral: ama la música como quien ama las calles por las que pasa todos los días y, del mismo modo, sostiene una desapasionada relación amorosa. Sin embargo, permanece en su despacho de sol a sol y en sus ratos de ocio acude a enloquecidas raves interdepartamentales. Pero, poco a poco, la investigación sobre la supuesta enfermedad mental de un superior va rellenando los huecos de su gris existencia: le dedica sus tardes libres, sus fines de semana, sus minutos para el café. El oficinista entiende que, involuntariamente, la entidad a la que sirve le ha devuelto algo que le había arrebatado sin que él lo notase.
Las empresas, como el malévolo supervillano de un tebeo, pretenden someternos y, para ello, intentarán despojarnos de nuestra condición, de poder expresar de vez en cuando un "soy humano”. Pero para conseguirlo les falta algo: un atisbo de humanidad. Y esa será su perdición.

6 parlamentarios:

Anónimo dijo...

No sé si desaforada, pero tu predilección por el cine francés (y qué cine) está más que justificada.

Lo de los oficinistas me ha recordado a George, de "Tan muertos como yo", cuando deja Happy Times por un trabajo mejor pagado, en el que dura cinco minutos porque su nuevo compañero es un capullo que insiste en comunicarse vía internet cuando están solos en un cuarto a un metro de distancia. Y es a través de ese medio que le dice que se vaya a tomar viento, por decirlo de forma delicada.

Paco Bernal dijo...

"Te hace creer a veces que tu vida se reduce a ese espacio impersonal, a esos compañeros (con los que estableces relaciones que, peligrosamente, llegas a confundir con la amistad)". Enorme. De verdad, enorme.
Aunque yo sólo piense que sólo hay películas buenas y malas (independientemente de la nacionalidad) me ha gustado muchísimo este post.
Un abrazo,
P.

Luisru dijo...

Lluvia, no he visto nunca 'Tan muertos como yo', ¿mola tanto o más que 'Pushing daisies'? Es que estoy enganchado ya a demasiadas series.
Sr. Bernal, gracias por los cumplidos, no se merecen. Yo también creo en las pelis buenas y malas, hay algunas francesas que son malísimas, lo que pasa es que, en general, me gustan más que, por ejemplo, las españolas. Austriacas no he visto ninguna (creo), por lo que no puedo opinar. ¿Podría informarme usted?

Anónimo dijo...

Es bastante diferente a Pushing Daisies. El humor es mucho más negro y crudo, menos ñoño. Y las reflexiones que de cada capítulo se extraen, muy interesantes. A mí me gusta más. Cuando os quedéis sin series, pillad ésta.

Además, sale Íñigo Montoya.

Luisru dijo...

!!!¿Sale Íñigo Montoya?¡¡¡No me digas más.

Cayetana Altovoltaje dijo...

¡Tú mataste a mi padre, prepárate a morir!
Qué gran post, Luisru. Deja tu trabajo ya: a ti deberían pagarte por escribir sobre cine francés el resto de tu vida.
No he visto ninguna de estas cosas que comentáis, así que tengo deberes, pero sin internet en casa... ¡¡no soy nada!!