lunes, 21 de agosto de 2006

Todas las azafatas van al cielo

Es extraña esa fría intimidad que se crea entre las azafatas y los pasajeros nada más entrar en un avión. Las azafatas te saludan de una forma tan amistosa que te hacen sentir como en casa, o, lo más, como en casa de un amigo. Mi hermana quiso una vez ser azafata. Más tarde se arrepintió diciendo que las azafatas solo eran camareras aereas y se dedicó a otras cosas que se le antojaron más sustanciales. Pero, a pesar de esta cruel calificación, la mayoría no podemos evitar sentirnos fascinados por ellas. El sector femenino dirá que es solo una curiosidad morbosa muy propia de los hombres. Pero seguramente las mujeres, cuando suben a un avión, tambien piensan que son fantásticas, tan altas, tan bellas, tan correctas, tan serias. Aunque les toque volar todos los días Madrid-Barcelona, esa sensación de permanecer suspendido en el aire debe ser gloriosa. Y siempre tan pulcras, con esas sonrisas enigmáticas, serviciales pero, en realidad, completamente indiferentes a lo que les pueda ocurrir a los viajeros. ¿Que podría importarles? Cuando ellos aterricen, despegarán otros.
Casualidades de la vida, poco antes del viaje vi una película protagonizada por una azafata, 'La piel suave', encarnada por la malograda Françoise Dorléac. El protagonista es un escritorzucho que se queda prendado de una beldad volante durante un viaje a Lisboa. Pero el romance dura muy poco. ¿Por qué? Por culpa de la azafata. ¿Qué le pasa a la azafata? Que como siga, cuento el final y luego se me echan encima. ¿Cual es el terrible secreto que esconden las azafatas cuando permanecen en tierra? ¿Se quitan el uniforme y pierden su inefable encanto? ¿Son terriblemente superficiales, como buenas criaturas aereas? ¿Les huele el aliento? Pues no. Lo que pasa es que, cuando aterrizan, pierden completamente el interés por lo que camina sobre la tierra. Solo parece importarles lo que se eleva en el cielo. Porque al final, la película habla de la mayor tragedia que te puede tocar cuando te enamoras de alguien: salir escaldado. Lo peor que te puede hacer una azafata es no quererte.

5 parlamentarios:

Anónimo dijo...

Pues como pista te diré que cuando nos quitamos el uniforme y los zapatos somos igual que cualquier otra persona, eso sí con un novio en cada puerto.

La verdad es que a veces me gustaria involucrarme un poco más con los pasajeros y hablar con ellos y aprender pero las sobrecargos mandan y no está muy bien visto que hablemos con todo el mundo. de hecho mietras llevo el uniforme no puedo hablar con la gente, debo ser en palabras de mi formadora fria e indiferente

Anónimo dijo...

Que nick más bonito has elegido, seas quien seas. A propósito de lo explicas, como diría Anita, tienes que ser una auténtica "reina de hielo fría y distante".

Anónimo dijo...

Yo estuve catorce años enrollado con una enfermera, perdón, higienista dental.

Anónimo dijo...

Si las azafatas son las camareras , ¿los pilotos son autobuseros del aire?

Anónimo dijo...

si las azafatas son camareras, ¿los pilotos son autobuseros del aire?