lunes, 19 de junio de 2006

Literatura del sexo opuesto

Desde pequeños nos hacen creer en conceptos de dudosa existencia. Por ejemplo, durante nuestra más tierna infancia tratan de convencernos de la existencia de los Reyes Magos, aunque todas las pruebas que logramos reunir muestran la evidencia contraria. Cuando crecemos la cosa se complica y los conceptos se vuelven más retorcidos. Ya no tenemos que creer en tres tipos que vienen de oriente con camellos cargados de regalos una vez al año, sino en ideas como la igualdad de oportunidades, la democracia, etc. Unos pocos impulsan al resto a pensar que todo esto existe y la mayoría lo acepta(mos) como si se tratase de un acto de fe. Pero rascando un poco en la superficie, la mayoría suele encontrar que debajo no se encuentran los cimientos por los que estos conceptos deberían sostenerse. La cuestión entonces es seguir rascando o hacer como que no se ha visto nada, como cuando ves a tus padres colocar los regalos bajo el árbol de Navidad y al día siguiente, mientras abres los paquetes, te dicen "mira lo que te han traído los Reyeees" y tú les sigues la corriente.
Con la literatura femenina pasa un poco lo mismo. En principio, parece una hábil campaña de marketing para que las mujeres lean novelas perpetradas por escribidoras como Rosamunde Pilcher o Marian Keyes, que también pueden ser leídas por hombres, solo que entre ellos no se promocionan. ¿Por qué? Porque otro de esos conceptos que nos venden es la cacareada condición femenina.
El otro día, entre todas las actividades que podía elegir para perder el tiempo, me puse a ojear un libro llamado 'Trayecto. un recorrido por la reciente narrativa española', del reseñista Ignacio Echevarría. Este avezado lector solía colaborar en el suplemento literario de El País hasta que escribió una crítica demasiado audaz sobre la última novela de Bernardo Atxaga, amigo de la casa, y sus jefes le enseñaron amablemente donde estaba la puerta. Este libro es algo así como una venganza, un modo de decir "mis reseñas eran geniales y vosotros os lo perdéis". Lo que no sabe es que casi nadie se lee las reseñas de los periódicos.
En el extenso prólogo, en el que el autor intenta explicar los fundamentos de su labor consiguiéndolo a medias, justifica la inclusión de solamente dos reseñas de novelas escritas por mujeres con eso de la literatura femenina. Dice que, desde Carmen Martín Gaite hasta Almudena Grandes, en nuestra narrativa hay una querencia especial por esta literatura. Por supuesto, no explica en que consiste tal subgénero.
Pero he leído a ambas escritoras (que no escribidoras) y no sé si serán representantes de la literatura femenina o no, pero entre sí no tienen nada que ver. Echevarría se refiere a esa narrativa que habla de la condición femenina: las escritoras establecen arquetipos de mujer y divagan sobre ellos. Ah, empiezo a verlo claro, las mujeres que escriben sobre mujeres, eso es literatura femenina. ¿Y los hombres que escriben sobre hombres, eso sería literatura masculina? ¿Y los hombres que escriben sobre mujeres? ¿Flaubert no usa un personaje arquetípico (la esposa de un medico de provincias) en 'Madame Bovary'? ¿Si esta novela la hubiese escrito una mujer sería literatura femenina? Ni idea, solo sé que, como a la inversa, hay escritoras que me gustan y otras que no. Shirley Jackson, Silvina Ocampo, Ana María Matute, Isak Dinesen, Marguerite Duras o Virginia Woolf son estupendas. Como escritores machos que son una mierda, Ignacio Echevarría también incide en ellos (pone a parir a Juan Bonilla, Mañás, Atxaga, Gala o Sánchez Dragó, entre otros). Una cosa sí deja clara nuestro amigo, que la mala literatura masculina es tan mala como la mala literatura femenina, pero no se la puede discriminar en función del sexo. Y luego dicen que ya se ha logrado la igualdad. Hombres.

6 parlamentarios:

Anónimo dijo...

Chicos...no ha habido manera de comentar durante toda la maldita tarde....
Bueno, comentar se podía, pero a la hora de cargar...puffsss...esfumado!
Buen post.
Por cierto, quien te regaló el poema? Lo digo por el post anterior...

Anónimo dijo...

Precisamente se presentó el otro día un tema para el debate con unos amigos, a colación de la malsonante "literatura femenina". Y es que hay novelas más que reconocidas, escritas por hombres, en las que el personaje principal es una mujer. Como ejemplos fáciles: Madame Bovary, Anna Karenina... Lo difícil es encontrar novelas escritas por mujeres cuyo protagonista sea un hombre (está claro que no ha de ser un personaje superfluo, sino uno en el que el autor explore un poco más allá de la piel, no hace falta llegar al alma). Me costó mucho dar un ejemplo y no quedé totalmente satisfecha. ¿Por qué esto es así? ¿Proponéis alguna? Y no vale la de los montañeros de Ang Lee. O sí.

Anónimo dijo...

Bueno, está el Heathcliff de 'Cumbres borrascosas', aunque no sé yo. Y 'Orlando', de Virginia Woolf, pero a mitad de la novela se transforma en mujer. Creo que el personaje masculino más logrado en una novela escrita por una mujer es el Germán de 'Retahilas', de Carmen Martín Gaite. Eso si, descontando de antemano a Manolito Gafotas y a Harry Potter.

Anónimo dijo...

Mi chica y tú pareceis estar en conectados de alguna manera -que espero que no sea sexual-, porque después de la oda a Madrid que compartísteis hace algunos días, justo hoy, y sin provocación previa, ha escrito sobre Marian Keyes. Huelga decir que a ella sí le gusta y no la considera una simple escribidora. Yo estoy de acuerdo con ella, claro.

Anónimo dijo...

Yo creo que la literatura no tiene género. Como dices... o es buena o mala, independientemente de quien la haya escrito


Saludos

Anónimo dijo...

Ya había escrito aquí un post... se me apagó la máquina y se borró... lo que decía es que creo que la literatura no tiene género (masculino o femenino): o es buena o mala y zaz se acabó... que puede ser un buen marketing, puede ser... pero eso no implica que las malas letras se conviertan en buenas...



saludos