lunes, 29 de mayo de 2006

El día del orgullo kinki

Como no podía ser de otra manera, Anita y Luisru estuvieron allí. En la plaza de Callao de Madrid miles, que digo miles, cientos, que digo cientos, decenas de frikis se reunieron para mostrar al mundo lo orgullosos que están de su condición. Tras asistir a una apasionante partida de PacMan humano, a una pelea de Pressing catch que degeneró en una disputa entre comiqueros y otakus y a la aparición estelar de los soldados imperiales de la Guerra de las Galaxias, regresábamos muy contentos a nuestro hogar cuando unas mujeres de mediana edad, asistiendo atónitas desde el autobús al espectáculo que montaban los frikis enfervorizados gritando consignas como: "viva Humor Amarillo", "viva la rana Gustavo" o "antifriki el que no bote", preguntaron a Anita (que viajaba sentada a su lado) si sabía de que iba todo aquello.

- Es el Día del Orgullo Friki
- ¡¿De qué?!
- Del Orgullo Friki
- ¿Del orgullo kinki?
- Nooo, del orgullo friki
- Y eso, ¿qué es?
- Pues es la gente a la que le gustan los comics, la ciencia ficción...
- Ah, y que se pintan el pelo
- ¿Cómo?
- Gente rara, vamos
- Si, se podía llamar así...
- (la otra, dirigiéndose a la primera en voz baja) Seguro que son unos drogadictos.
- ...

Acto seguido interrumpieron la conversación y se dedicaron el resto del viaje a mirarnos de reojo, como para averiguar el número de pirulas que nos habíamos tomado. Moraleja: del frikismo al kinkismo hay solamente unas pocas letras. Luego dicen que tenemos mala fama.

2 parlamentarios:

Anónimo dijo...

La verdad es que la anécdota es graciosa, aunque luego, si te paras a pensar un poco, revela los prejuicios inmensos que hay en nuestra sociedad. Una pena.

Creo que incluso los que no están conformes con la sociedad o con sus modelos preestablecidos, acaban absorvidos por la misma. Me da la impresión de que al final el Día del Orgullo Friki terminó siendo una cosa un tanto mediática, pero al menos está bien que se produzcan reuniones de este tipo. Me alegro de que lo pasaras bien.

Saludos.

Anónimo dijo...

Tiene su gracia ya que los quincalleros también coleccionaban objetos raros que luego revendían con sobreprecio.