miércoles, 24 de mayo de 2006

Cómo saber el año de tu muerte

Mi profesora de Literatura Española decía, a propósito de Rosa Montero (escritora cuyas novelas no son muy allá, no así su ensayo 'La loca de la casa', una pequeña joya), que las primeras novelas de un escritor siempre son mediocres o malas. Esta teoría no siempre se cumple. 'El juguete rabioso', del argentino Roberto Arlt, que terminé ayer mismo, es una de las más destacadas excepciones. Pero, aparte de esta, se me ocurren otras óperas primas que me han entusiasmado, como por ejemplo 'Buenos días, tristeza' de Françoise Sagan, 'Nada', de Carmen Laforet, 'A bout de soufflé', de Godard (no es un libro, pero igual sirve) o 'Viaje al fin de la noche', de Celine.

Belmondo Seberg

Aparte de estos pensamientos, al evocar a este escritor, me vienen a la cabeza otros más siniestros. Arlt es uno de esos literatos que evoca el malogrado Roberto Bolaño en un pasaje de su novela 'Amuleto'. En esta narración, mientras permanece encerrada en un lavabo escondida de los militares, la poetisa uruguaya Auxilio Lacouture se entretiene profetizando el destino de la literatura mundial:

Vladimir Maiakovski volverá a estar de moda allá por el año 2150. James Joyce se reencarnará en un niño chino en el año 2124. Thomas Mann se convertirá en un farmacéutico ecuatoriano en el año 2101. Marcel Proust entrará en un desesperado y prolongado olvido a partir del año 2033. Ezra Pound desaparecerá de algunas bibliotecas en el año 2089. Vachel Lindsay será un poeta de masas en el año 2101. César Vallejo será leído en los túneles en el año 2045. Jorge Luis Borges será leído en los túneles en el año 2045. Vicente Huidobro será un poeta de masas en el año 2045. Virginia Woolf se reencarnará en una narradora argentina en el año 2076. Louis Ferdinand Céline entrará en el Purgatorio en el año 2094. Paul Eluard será un poeta de masas en el año 2101. Metempsicosis. La poesía no desaparecerá. Su no–poder se hará visible de otra manera. Cesare Pavese se convertirá en el Santo Patrón de la Mirada en elaño 2034. Pier–Paolo Pasolini se convertirá en el Santo Patrón de la Fuga en el año 2100. Giorgio Bassani saldrá de su tumba en el año 2167. Oliverio Girondo encontrará su lugar como escritor juvenil en el año 2099. Roberto Arlt verá toda su obra llevada al cine en el año 2102. Adolfo Bioy Casares verá toda su obra llevada al cine en el año 2105. Arno Schmidt resurgirá de sus cenizas en el año 2085. Franz Kafka volverá a ser leído en todos los túneles de Latinoamérica en el año 2101. Witold Gombrowicz gozará de gran predicamento en los extramuros del Río de la Plata allá por el año 2098. Paul Celan resurgirá de sus cenizas en el año 2113. André Bretón resurgirá de los espejos en el año 2071. Max Jacob dejará de ser leído, es decir, morirá su último lector, en el año 2059. ¿En el año 2059 quién leerá a Jean–Pierre Duprey? ¿Quién leerá a Gary Snyder? ¿Quién leerá a Ilarie Voronca? Éstas son las cosas que yo me pregunto. ¿Quién leerá a Gilberte Dallas? ¿Quién leerá a Rodolfo Wilcock? ¿Quién leerá a Alexandre Unik? Nicanor Parra, sin embargo, tendrá una estatua en una plaza de Chile en el año 2059. Octavio Paz tendrá una estatua en México en elaño 2020. Ernesto Cardenal tendrá una estatua, no muy grande, en Nicaragua en el año 2018. Pero todas las estatuas vuelan, por intervención divina o más usualmente por dinamita, como voló la estatua de Heine. Así que no confiemos demasiado en las estatuas. Carson McCullers, sin embargo, seguirá siendo leída en el año 2100. Alejandra Pizarnik perderá a su última lectora en el año 2100. Alfonsina Storni se reencarnará en gato o león marino, no lo puedo precisar, en el año 2050. El caso de Antón Chéjov será un poco distinto: se reencarnará en el año 2003, se reencarnará en el año 2010, se reencarnará en el año 2014. Finalmente volverá a aparecer en el año 2081. Y ya nunca más. Alice Sheldon será una escritora de masas en el año 2017. Alfonso Reyes será definitivamente asesinado en el año 2058 pero en realidad será Alfonso Reyes quien asesine a sus asesinos. Marguerite Duras vivirá en el sistema nervioso de miles de mujeres en el año 2035.

Este fragmento invita a compadecerse de los desventurados lectores de Max Jacob o Alejandra Pizarnik. En el año 2060 no quedará ninguno. Si has leído a estos autores, puedes conocer más o menos el año de tu muerte, en todo caso, aun lejana. Pero la peor parte se la llevan los seguidores de Proust, que son legión. No sobrevivirán al 2033. ¿Qué clase de catástrofe puede acabar con ellos? ¿Una epidemia? ¿Un desastre natural? ¿Un asesino en serie? Por si acaso, que vayan haciendo las paces con su hacedor, que tienen los días contados. No he leído a Proust, je, je, y no pienso hacerlo. El resto, quedáis avisados.

3 parlamentarios:

Anónimo dijo...

La variante culinaria de Godard no la conocía. De Céline, bueno, para soportar al niño callejero hay que armarse de valor y darle una palmadita en la espalda al traductor: es como el Ramoncín francés, pero en bueno. Si hay algo por lo que me salvo, en parte, de morir en el 33 es precisamente por obra de un traductor y una editorial. Cuando te compras tres tochos y te das cuenta de que una falta como el leísmo ha pasado impunemente la criba... bueno yo es que no podía seguir deleitándome con el de las madalenas. Y de 'Nada', descubrí hace poco una versión cinematográfica de la que no pude ver más que el principio. Dato curioso: película con actores españoles dirigida nada más y nada menos que por Edgar Neville.

Anónimo dijo...

Je je, Lluvia, qué mala eres, el corrector me jugó una mala pasada, no lo corrijo para escarnio público de mi persona. La peli de 'Nada' no la he visto, pero las que he visto de este director ('La vida en un hilo', 'La torre de los 7 jorobados') están bastante bien.

Anónimo dijo...

Al parecer no fui todo lo sutil que pretendía ser... creo que si lo modificas no pasa nada. Para escarnio mío, y eso sí que no se puede cambiar, sólo hace falta leer las veces que pongo la palabra "bueno" en tan poco espacio (sí, en ese mismo comentario en el que alabo y critico ciertas traducciones). En tu descargo tienes el corrector, en el mío, la cantidad de cervezas a las que me habían invitado antes de escribir eso.