Hay gente que tiende a juzgar las películas por la verosimilitud de sus argumentos. Esas personas deben abstenerse de ver 'Takeshis', la última obra del realizador japonés Takeshi Kitano. No es que 'Takeshis' no tenga un argumento plausible. Es que no tiene nada parecido a un argumento. Ni falta que le hace.
No es que yo sea un seguidor acérrimo de este director ni del cine nipón contemporáneo. El trabajo que más me gusta de Kitano es 'Humor amarillo', donde, a poco que te fijes, podrás encontrar muchas de las constantes de las películas que le han llevado a ser aclamado por la crítica festivalera de todo el mundo: violencia gratuita, humor absurdo, frikis disfrazados, organizaciones criminales, jovencitas morbosas, etc.
'Takeshis' viene a ser como un resumen de su obra anterior, en la que se revisitan personajes y situaciones ya vistos, pero al mismo tiempo, un paso adelante. Esta cinta es un ejercicio de estilo en el que Kitano se salta a la torera las convenciones narrativas que se le suponen al cine de ficción para presentar una sucesión de secuencias de escaso sentido, un pastiche posmoderno en el que se alternan sin orden ni concierto una infinidad de géneros, desde el terror psicológico hasta el musical más zafio y hortera.
Me encantan los pastiches, esa mezcla de lo sublime con lo delirante, de la basura con la joya. No sé si son un producto de la posmodernidad y si la posmodernidad es un concepto que existe por los pastiches, pero no me importa. A veces, uno no desea que le cuenten una buena historia, simplemente quiere secuencias que no revelen su sentido instantáneamente y a las que haya que dar vueltas en la cabeza cuando la película acaba. Y que, después de reflexionarse a conciencia, no tengan sentido.
Es cierto que a ratos uno puede sentirse estafado por Kitano y pensar que esta película es el capricho de un cineasta que puede hacer lo que quiera y se limita a rodar sus paranoias y coñas privadas, de las que no entendemos ni podemos pretender entender nada. Pero si uno se deja llevar simplemente por sus imágenes, por esa sencilla pero a la vez intrincada puesta en escena, por ese circular recorrido por los mismos personajes estrambóticos y situaciones grotescas, por ese gesto duro y triste del protagonista, por su patética dualidad, puede acabar disfrutando.
No en vano comparada con '8 y medio', del maestro Fellini, 'Takeshis' puede interpretarse con la frase que pronuncia Marcello Mastroiani en uno de los diálogos más intensos (y absurdos) de la película, al pie del esqueleto de una nave espacial, algo así como: "solo quería hacer una película que pudiese ayudar a la gente, una película para enterrar todo lo malo...".
Kitano ha rodado una película (que ha tardado 2 años en estrenarse en nuestro país, para que vean la suerte que se les depara a las Magnas Obras Cinematográficas) que, si no lo consigue, intenta al menos enterrar todo lo que es mediocre y convencional en el cine, e intenta ayudarnos a percibir que las películas pueden (y deben) ser algo más que un relato lineal: un glorioso espectáculo en el que la escenografía, el montaje y la música manden al argumento a paseo. En definitiva, poesía visual, séptimo arte en estado puro.
martes, 10 de julio de 2007
Takeshis
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2 parlamentarios:
Oh yeah. Tengo muchas ganas de verla, soy fans fatás de kitano desde zatoichi. Mula viene, mula va!! :)
Pues si juzgáramos las series por su verosimilitud, Lost y Hiros se irían al garete...
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