jueves, 23 de noviembre de 2006

Psiquiatras, psicólogos y otros animales

Hace mucho que ignoramos nuestra inconstante sección dedicada a gatos célebres, así que a causa de la pregunta de uno de nuestros contertulios favoritos, vamos a hablar de Arnold. Arnold no es exactamente un gato célebre, de hecho, es un secundario en un libro de escasa trascendencia. Pero si alguien esperaba trascendencia, no debería estar leyendo esto. La novela en cuestión es 'Psiquiatras, psicólogos y otros enfermos', de Rodrigo Muñoz Avia. Hay libros de los que es más fácil hablar que otros. Por ejemplo, ahora leo la 'Antología de la literatura fantástica', que recopilaron Borges, Bioy Casares y Silvina Ocampo (estos dos últimos, escritores magníficos pero infravalorados). Todos los cuentos son tan buenos que todo lo que se pueda decir de ellos son tonterías y obviedades. Mejor leerlos una y otra vez. Pero volvamos a Arnold. Arnold es el gato de Rodrigo. Rodrigo Montalvo Pelletier. Pero dejemos que él mismo se presente:

Hola. Me llamo Rodrigo. Rodrigo Montalvo Pelletier. Antes de ir al psiquiatra yo era una persona feliz. Ahora soy disléxico, obsesivo, depresivo y tengo diemo a la muerte, o sea, miedo. En el psiquiatra he aprendido que la palabra felicidad es una convención que carece de sentido. He aprendido que el hecho de volver a ser feliz algún día no solo es imposible, sino completamente imposible. Ahora me pregunto más cosas de las que me gustaría: sobre la muerte y sobre la vida.

Rodrigo tiene un gato. En relaidad, perdón, en realidad, es el gato de sus hijos:

El gato de mis hijos es un gato persa himalayo de un tamaño descomunal, y su principal peculiaridad es que en vez de maullar, ladra. Esto lo digo completamente en serio, aunque nadie me cree nunca. (...) El gato de mis hijos, o perro, o lo que sea, se llama Arnold, supongo que porque mis hijos pensaron que se parecía a su ídolo Arnold Szenchwaseger... o Schwasnezeger... o Schnegerwasze... Bueno, no lo sé; hay nombres imposibles, sobre todo para un disléxico como yo. Arnold tiene el morro aplastado, como si hubiera tenido un choque frontal con otro gato de la misma zarra, y cuando te mira parece que no te está mirando, como si su ojo izquierdo sólo pudiera mirar a su ojo derecho, y su ojo derecho sólo pudiera mirar a su ojo izquierdo, y sólo sus dientes, asomando como piedras incrustadas en su morro aplastado, estuvieran atentos a cada uno de tus movimientos.


Psiquiatras psicólogos y otros enfermos

Vamos, que un concurso de belleza no va a ganar el bicho. Ni de simpatía. Pero hay que ver como a veces estos animalitos, cuanto más bordes son, más cariño se les coge. Los humanos somos así de raros. Por ejemplo, siempre pienso que soy impermeable al influjo de la publicidad y al final, a fuerza de encontrarme esta novela en todas partes, he acabado picando. Cierto es que la recomendaron Alejandro Gándara (me gusta a ratos el blog de Gándara, qué pasa) y Rosa Montero (me gusta Rosa Montero, qué pasa), pero tampoco es que sea para tirar cohetes. Aunque, visto el panorama (salvo honrosas excepciones), normal que destaque. No es 'Tiempo de silencio', pero al menos tampoco es pretenciosa: se trata de una historia escrita de forma sencilla en la que los lectores medios pueden sentirse identificados. El protagonista es un hombre corriente con una vida a todas luces perfecta: trabajo perfecto (con enchufe de papá, eso sí), familia perfecta, sin demasiadas aspiraciones. Pero desde la aparición de los loqueros en su vida, las cosas empiezan a cambiar... Aunque en realidad permanezcan iguales.
Lo mejor: su descripción de la vida cotidiana, un tanto deudora (a mi parecer) de Juanjo Millás, mezclando humor y extrañeza ante los pequeños sucesos que hacen que cada día sea distinto de los demás.
Lo peor: un sentimentalismo un poco bochornoso a ratos, sobre todo en la relación del protagonista con su padre, demasiado empalagosa para mi gusto. En conjunto, una narración entretenida y divertida, contraindicada para profesionales de la mente humana (no se salva ninguno) y con ideas interesantes: para recuperar la felicidad sólo hace falta repetir nuestro nombre (como Antoine Doinel ante el espejo en 'Besos robados').
En fin, que nuestra máxima debe ser el clásico "You can like the life your living" (obviemos como continúa la canción) que pregonaba Roxie Hart. Quizá sólo así consigamos acercarnos algo a la felicidad.

5 parlamentarios:

Anónimo dijo...

Caramba, veo que este tipo y yo no hemos coincidido sólo en la portada, tengo que leerlo urgentemente para llevar cuenta de todas las coincidencias y demandarle por plagio.

Pues nada, gracias por la reseña, vuelvo a registrar lo de la Antología de la literatura fantástica y gracias por lo de la honrosa excepción.

Anónimo dijo...

Veo que de vez en cuando lees buenas cosas. No la he leído pero desde luego tiene buena pinta.
Los gatos molan, es el mejor animal que existe y si es grande, como el de mi hermana, que ahora vive realojado en la mía, mejor.
Por el contrario, y sin querer ofender a nadie, los psicólogos son una especie rara de definir con la que el mundo se lleva mal, sin ella seríamos todos más felices. Locos de por vidad, pero felices. Voy a orinar en la tumba de Freud, luego vuelvo

Anónimo dijo...

Cada vez conozco a más gente que conoce a un/a psiquiatra que necesita un/a psiquiatra. Es un bucle sin fin.
Gracias una vez más por la detallada recomendación (y no se justifique tanto por sus gustos, hombre, que no están tan mal:-)

Anónimo dijo...

Sr. Palomares: denúncielo y sáquele toda la pasta que pueda, que el libro parece que se ha vendido bastante bien (aunque yo me lo compré en la Feria del Libro, en el primer puesto empezando por el Museo del Prado: 2 por 5 euros, nuevecito, junto a 'Dientes blancos' de Zadie Smith).
Valmon o Yandiek: (¿por qué cambias tanto de nick?) ¿insinúas que leo cosas malas todo el rato? ¿No lo dirás por los comics de Factor X? ¿O por Millás? ¿O por Gándara?
Mila: gracias, es que uno no puede ser gafapástico (le robo la palabreja a Cayetana Altovoltaje) todo el rato y por eso lee escritores uncool, como Rosa Montero.

Anónimo dijo...

No, no insinuo que leas cosas malas...lo afirmo categoricamente (es coña) Esa feria del libro es la cuesta de moyano y mola mucho.
Lo del nick tiene su explicación...si he accedido a blogger puedo escribir con mi identidad en blogger, es decir valmon, si no pongo la otra que es la que siempre he usado y viene antes a mi cabeza, aunque claro prefiero la otra. Es una especie de esquizofrenia provocada por internet y los accersos a las páginas o no accesos, ya digo depende si he accedido o no.
JOer que royo