martes, 29 de mayo de 2007

El amor en los tiempos del cólera

Uno no debe fiarse de las listas, sobre todo de aquellas en las que hay un primero y, luego, todos los demás. Pero aunque yo no me fíe, no puedo evitar echarles un ojo. Hace unos meses se publicó una nueva selección (y van...) de las 100 mejores novelas en castellano del siglo XX. Para quien desconozca la existencia de esta lista, tiene 15 segundos para elegir su novela favorita. Si en 15 segundos no se le ha ocurrido ninguna, es mejor que apague el ordenador y se ponga a leer.
Pues bien, la ganadora fue 'El amor en los tiempos del cólera', de García Márquez.

Fermina Daza y Florentino Ariza permanecieron en los puestos de mando hasta la
hora del almuerzo, poco después de que pasaron frente a la población de Calamar, que
apenas unos años antes tenía una fiesta perpetua, y ahora era un puerto en ruinas de
calles desoladas. El único ser que se vio desde el buque, fue una mujer vestida de blanco que hacía señas con un pañuelo. Fermina Daza no entendió por qué no la recogían, si parecía tan afligida, pero el capitán le explicó que era la aparición de una ahogada que hacía señas de engaño para desviar los buques hacia los peligrosos remolinos de la otra orilla. Pasaron tan cerca de ella que Fermina Daza la vio con todos sus detalles, nítida bajo el sol, y no dudó de que en realidad no existiera, pero su cara le pareció conocida.

Como media humanidad, el primer libro que leí de García Márquez fue '100 años de soledad'. Siempre que leo una novela tiendo a confundirla con el escritor, algo de lo que he hablado aquí hace poco. Por eso, mientras leía 'El amor en los tiempos del cólera' no podía dejar de pensar en la historia de los Buendía. Por eso quizá esta me pareció una hermanastra pobre, en la que los personajes no son tan interesantes ni les pasan cosas tan raras, aunque sus vidas sean igual de largas e intensas. Supongo que García Márquez pretendía precisamente eso: superar su propio realismo mágico (del que aun se observan pinceladas, como en el fragmento citado) con un relato más o menos plausible: la imposible historia de amor entre Florentino Ariza y Fermina Daza, consumada más de 60 años después de su inicio.
Lo admirable del Nobel colombiano es sin duda su prosa, de una riqueza y una puntería inigualables. Después de leerlo, te das cuenta de lo hermoso que puede llegar a ser el idioma que hablas. Y de lo mal que tú lo hablas, por eso no serás jamás un escritor famoso y él sí.
El caso es que, si nos fiamos de la listita de marras, esta es la mejor novela del siglo XX. Pues muy bien, quizá ni haya libros mejores que otros, simplemente unos nos gustan más que otros (siempre que en tu canon literario no incluyas 'Teo en tren' o algo de María de la Pau. Pero si nos fiamos de la listita de marras, Javier Marías está a la misma altura que Roberto Bolaño, y una cosa es que Javier Marías pueda ser un escritor que se pueda leer sin sonrojo y otra es que se pueda poner a la altura de un narrador al que leerán generaciones y generaciones venideras (o eso espero).
Y me choca un poco que haya entrado en la lista 'La sombra del viento' y no 'Tiempo de silencio', además de otros olvidos imperdonables como Carmen Martín-Gaite, Millás, 'La colmena' (qué pasa, a mí me gusta) o 'Fuco Lois'. No sé quienes serían esos 81 expertos que se encargaron de la selección, pero me da que no estaban muy inspirados ese día, o que pretendieron gastarnos una broma buena, buena.
A ver si esta lista no va a ser de fiar. Anda, como casi todas.
Y para terminar, una noticia que me ha epatado: la (imposible) adaptación cinematográfica de 'El amor en los tiempos del cólera', con Javier Bardem como protagonista. ¿Quién es el primero que se apunta para no ir a verla?
Mmmm, aunque viendo a la actriz italiana que va a encarnar a Fermina Daza, Giovanna Mezzogiorno...



... A lo mejor cambio de idea.

miércoles, 23 de mayo de 2007

El infierno son Marienbad

Al final de la última clase de Literatura Contemporanea, nuestro profesor trataba de explicarnos que en aquellas pocas horas que duró la asignatura había tratado de ofrecernos una sucinta guía de lo que debía ser una buena lectura: tomar un gran libro y leerlo una y otra vez hasta desentrañar su mecánica escondida, aquella que no logramos intuir con una primera y superficial lectura.
Entonces, una alumna avispada le preguntó "¿Y como podemos saber cuales son los mejores libros?". A lo que el profesor contestó "Pues... Hablando."
Desde entonces, he recordado esta sentencia varias veces y he llegado a la conclusión de que no solo es aplicable a la literatura.
Hace unas semanas proyectaron en la filmoteca 'El año pasado en Marienbad', la película más famosa del cineasta francés Alain Resnais. Su ópera prima me había entusiasmado, así que me dejé arrastrar por la fama que precedía a esta cinta.
Quizá si hubiese hablado antes con algún iniciado en la materia, podría haber acudido preparado para la experiencia, sin duda no apta para todos los públicos, lo que se puede confirmar por los numerosos de espectadores que abandonaron la sala a medida que el metraje avanzaba.

Annee derniere a Marienbad 3

Aunque casi es mejor no ir preparado y lanzarse al vacío sin pensarlo dos veces. Hay quien desechará de un plumazo el film tachándolo de pretencioso, vacuo, aburrido, críptico, etc, pero lo que queda claro es que no es una película fácilmente olvidable (si se aguanta hasta el final, claro) y que deja una comezón que incita a un segundo visionado.
Y entonces, hablando, uno no solo puede llegar a la conclusión de que este es uno de los más extraños y fascinantes experimentos en los que se ha embarcado el cinematógrafo, sino que incluso puede otorgarle un sentido.
Hablando, uno descubre que Marienbad es un balneario, algo que puede resultar evidente, pero que no se dice en la película en ningún momento. Hablando, uno descubre que el guión puede estar basado (o no) en 'La invención de Morel', de Bioy Casares, novela que había leído pero que no relacioné con esta historia. El guionista, Alain Robbe-Grillet, juró y perjuró que no era así, pero que publicase una reseña del libro antes de escribir esta película y este fragmento incluido en la misma ("gente que baila, que pasea y que se baña en la pileta, como veraneantes instalados de hace tiempo en Los Teques o en Marienbad") lo delatan.

Annee derniere a Marienbad 2

Hablando, uno descubre que las conversaciones apenas susurradas por los habitantes del hotel son las que dan sentido a la historia. Hablando, uno descubre que el año anterior a la historia, un hombre fue acusado en aquel lugar de abusar de una mujer en su propia habitación pero no fue así como sucedió: la mujer lo consintió pero fingió lo contrario, ya que estaba casada. Hablando, uno descubre que Marienbad es solo una metáfora. ¿Pero una metáfora de qué? Para mí, esta bien claro. Del infierno. Hablando, uno descubre que en el infierno los objetos no tienen sombra. El infierno son esos ricachones mudos que pasean plácidamente por el hotel (¿no son todas las voces de la película más que tres?) recorriendo siempre los mismos pasillos, apoyándose en las mismas balaustradas, descendiendo las mismas escaleras mientras el tiempo se repite eternamente. El protagonista intenta escapar de esta repetición diabólica de la eternidad al igual que intenta ganar el juego que le propone el marido de su amante (¿el demonio?), y lo intenta tratando de convencer a una bella joven de que no siempre fue todo igual, que hubo un año pasado en otro lugar (¿o fue ese? También todos los lugares son el mismo en el infierno) en el que se conocieron y se amaron, que pueden volver a hacerlo y así escapar de ese ciclo interminable que los apresa.
La película logra apresar al espectador mientras sus lentos y sinuosos movimientos de cámara se desplazan por los techos del hotel y, cuando piadosamente los libera, uno descubre con una punzada de horror que desea volver al infierno.


Annee derniere a Marienbad 1

PD: Hay quien dice que 'El año pasado en Marienbad' es una fórmula matemática. Yo siempre he sido de letras, pero me gusta la idea.

domingo, 20 de mayo de 2007

Hiro Nakamura/Kitty Pride

- Kitty Pride fue una vez una adolescente judía que quería ser bailarina, pero de pronto manifestó extrañas habilidades que la convertían en algo que no podía siquiera concebir: una mutante.

- Hiro Nakamura era un oficinista fascinado por los comics Marvel que de pronto manifestó extrañas habilidades que la convertían en algo que no podía siquiera concebir: un héroe.

-En 1981, una adulta Kitty Pride viajó al cuerpo de su yo más joven para prevenir a sus compañeros de equipo, la Patrulla X, de que una tragedia que podía suponer el fin de los mutantes.

- En 2006, el joven Hiro Nakamura viajó por error al futuro y presenció una tragedia que podía suponer el fin de todo.

- El viaje al pasado de Kitty Pride era un plan de la Patrulla X para intentar cambiar el futuro impidiendo un hecho que se consideraba el origen del desastre posterior.

- Mientras tanto, el Hiro adulto viajaba al pasado para avisar a otro joven con habilidades espaciales, Peter Petrelli, para exhortarle a impedir un hecho que se consideraba el origen del desastre posterior.

- Kitty Pride pretendía evitar el asesinato del senador Robert Kelly a manos de unos terroristas mutantes, lo que desencadenó una política de control y erradicación de los mutantes y otros superseres por parte del gobierno de EEUU.

- El Hiro adulto instó a Peter a salvar a una animadora para salvar el mundo. Mientras tanto, en el futuro, el joven Hiro Nakamura presenció una explosión que destruía la ciudad de Nueva York el mismo día en que Nathan Petrelli era elegido senador de los EEUU.

Hiro Nakamura Claire Bennet

- El poder de Kitty Pride se limita a atravesar paredes y caminar sobre el aire. Para viajar en el tiempo se sirvió de los poderes mentales de su compañera, la telépata Rachel Summers, que proyectó su mente a su yo más joven.

- El poder de Hiro Nakamura consiste en viajar por el espacio-tiempo a voluntad. Esto le permitió escapar en el mismo instante en el que la ciudad volaba por los aires.

- La Kitty Pride adulta estaba mucho mejor preparada para la batalla que su versión adolescente, por eso pudo conducir a la Patrulla X sin problemas hasta la Hermandad de Mutantes Diabólicos, los mutantes que planeaban acabar con la vida del senador Kelly.

- Para intentar impedir la explosión, Hiro viajo desde su Japón natal hasta los EEUU con su amigo Ando, intentando descubrir quien provocaba esta masacre. Allí fue conociendo a diversas personas que, como él, poseían extraordinarias habilidades. Entre ellos, un oscuro depredador que se apropiaba de los poderes de sus víctimas: Sylar, el mismo que casi acaba con la vida de la animadora, momentos antes de que Peter se lo impidiese.

- La Hermandad de Mutantes Diabólicos pretendía acabar con la vida del senador Kelly debido a su política de control de los mutantes. Kelly quería implantar un Acta de registro Mutante en la que debían constar todos los seres con superpoderes.

- Hiro Nakamura solo sabía que la explosión se produciría al día siguiente de la elección de Nathan Petrelli como senador y que justo antes de la misma, Sylar había asesinado a Isaac Mendes, un artista con la habilidad de pintar el futuro. Por eso se encaminó a la búsqueda de ambos.

- La Patrulla X logró frenar a la Hermandad de Mutantes Diabólicos justo cuando se disponía a consumar el asesinato, aunque Kitty Pride descubrió que uno de sus miembros, una ciega precognoscitiva llamada Destino, había burlado a la Patrulla X y había acorralado a Kelly.

Shadowcat Davis

- Como no dominaba por completo su poder, en una de sus viajes espaciales, Hiro volvió a teleportarse al futuro, esta vez a un futuro mucho más lejano en el que Nathan Petrelli era presidente de los EEUU. Nueva York había sido devastada por la explosión causada por Sylar. Esto había provocado que las personas con poderes fuesen controladas, encerradas o exterminadas.

- Mientras Kitty intentaba cambiar el futuro, en este, los Centinelas, robots superpoderosos que hacían las veces de policía de los mutantes, intentaban impedir que el plan de la Patrulla X fracasase. El grupo no podía permitir que la misión de Kitty fracasase y debían proteger su cuerpo a toda costa, aunque fuese con sus propias vidas.

- En el futuro, Hiro descubrió que había un grupo de renegados (entre los que se encontraba él mismo) que habían escapado al control gubernamental. Estos fuera de la ley eran encarnizadamente perseguidos por el presidente Petrelli, que quería eliminarlos a toda costa.

- Intentando huir de los centinelas, varios miembros de la Patrulla X murieron a sus manos, entre ellos Tormenta, Coloso o Lobezno.

Uncanny X Men 141

- Intentando escapar del gobierno, varios superseres perdieron su vida, entre ellos DL, Candice o Claire Bennet, que murió a manos de Sylar, cuando éste se reveló como la identidad oculta tras la apariencia de Nathan Petrelli.

- Al fin, Kitty Pride logró detener a Destino, salvando al senador Kelly, y su mente viajó de nuevo al futuro, justo cuando iba a ser capturada por los Centinelas.

- Hiro Nakamura puto teleportarse de nuevo al presente justo cuando Sylar se enfrentaba a la persona que realmente había sido el causante de la explosión: Peter Petrelli.

- La Patrulla X del presente pensó que había cambiado al futuro, pero con el tiempo, Rachel Summers viajo al presente y les dijo que este no había cambiado tras el viaje de Kitty Pride. El senador Kelly acabó promulgando el acta de registro mutante.

- Hiro pensó que podía cambiar el futuro si detenía a Sylar, pero no sabía que el causante de la explosión era Nathan Petrelli. De momento, Isaac Mendes ha muerto y Nathan Petrelli ha sido elegido senador. ¿Podrá realmente Hiro evitar la inminente catástrofe? Y aunque lo haga, ¿podrá cambiar el futuro? La respuesta, el próximo martes.

heroes explosion

Nota: todo esto tuvo lugar en 'Uncanny X Men' 141-142 (Claremont-Byrne) y 'Heroes', primera temporada, capítulos 1-22.

martes, 15 de mayo de 2007

Eurovisión 2007: el fin de una era

Este año no pude ver en directo el festival de Eurovisión, que se celebraba en Helsinki, por motivos de fuerza menor. Para un seguidor acérrimo de este evento, como lo soy yo, esto ya no es problema. Existen los videos, se apresurarán a decir los listillos. Pero nunca he sabido programar el video. Y, total, ahora ya para qué. Existe el youtube.
Pues bien, consultando en este desordenado lugar (previas indicaciones de mis hermanos sobre cuáles habían sido los participantes más gloriosos del concurso) me he encontrado que, como siempre, los países participantes se empeñan en mandar a frikis y horteras, que es lo que mola. España ha intentado ponerse al nivel del resto y casi lo consigue, después del batacazo del año pasado, no porque casi quedásemos los últimos (con tanto país del este y de la antigua U.R.S.S., nunca volveremos a ganar), sino porque las Ketchup eran patéticas, no tenían ni puta gracia y 'Bloody Mary' ni siquiera tenía estribillo. Los D´Nash (¿alguien sabe el por qué del repentino cambio de nombre?) son mucho mejores, horteras a más no poder (le componen las canciones a María Isabel), iban de blanco, bailaban como poseídos y la letra de su canción era convenientemente bilingüe y estúpida.
Pero, claro, contra la cantante gorda y fea de Serbia no tenían nada que hacer. No es que hoy me sienta políticamente incorrecto, es que es una verdad como un templo que la pobre Marija Serifovic es gorda y fea. Que se consuele habiendo ganado el festival con una balada en serbio y sin tener que bailar (eso si que hubiese sido un espectáculo).
Pero todo el mundo se ha dado cuenta ya de que ha ganado por motivos políticos y a mí la política me la trae floja (¿Elecciones autonómicas? ¿Es que se ha instaurado la democracia? ¿Cuando? No me he enterado).
Lo que me fastidia es que, después de casi una década en la que los países mandaban a representantes cada vez más frikis con coreografías cada vez más ridículas, ahora seguramente les dará por mandar a gente gorda y fea que no sepa bailar y que se luzca con baladitas cursis (Rosa debería ir el año que viene).
Pero disfrutemos de lo que nos ha dado Eurovisión este año, que no ha sido poco.
Si hubiese justicia en este mundo, el primer puesto hubiese sido para el/la ucranian@ Verka Serduchka, que cantó una canción llamaba 'Danzing', en la que incitaba a la gente a hacer el idiota.



Aunque, claro, si hubiese justicia en el mundo, en 1954 'Johnny Guitar' hubiese arrasado en los Oscars y a 'La ley del silencio' le hubiesen dado por culo, pero como Nicholas Ray era un comunista asqueroso y Elia Kazan solo lo había sido...
En fin, no nos desviemos del tema. Tanto la segunda como la tercera canción clasificada merecían ganar. La verdad es que la canción de Rusia no es una maravilla, pero las Serebro (vaya nombrecito) estaban bastante buenas.



Estar bueno no es que sirva de mucho aquí (pensemos en los ganadores del año pasado), pero eso mismo debieron de pensar del tipo que mandaron por Grecia, un guaperas llamado Sarbel, mezcla de Tontxu y Chayanne. Personalmente 'Yassou Maria' es mi canción favorita de cuantas participaron este año (al menos hasta que la oiga el compositor de 'María', de Ricky Martin y la retire de circulación por plagio). Esas bailarinas, esos movimientos espasmódicos, ese estribillo glorioso... Vamos, la quintaesencia de lo que debe ser una canción eurovisiva.



Aunque como la fórmula está ya muy manida, los turcos también se la saben y prácticamente mandaron la misma canción:



Y, por último pero no menos importante, Francia. Los pobres franceses saben que tampoco van a volver a ganar el festival por mucho que se empeñen, pero se siguen empeñando y esta vez dejaron de lado el estilo Celine Dion que tan buenos frutos les hizo cosechar en el pasado (sic) y mandaron lo peor que tenían: Les Fatal Picards, vestidos por el mismísimo Jean Paul Gaultier, al que no me cuesta nada imaginarme descojonándose de todo esto en el sofá de su casa.



Los pobres merecían también mejor suerte que la que tuvieron, pero es que esta competición se ha puesto imposible. Deberíamos hacer como Italia y retirarnos del festival, aunque entonces nos reiríamos del resto y no de nosotros mismos, y eso no está bien, no señor. Así que, antes de ver estos bonitos videos, mirémonos un rato al espejo. Y si los habéis visto antes de acabar de leer esto, pues hacedlo otro día.

domingo, 13 de mayo de 2007

Los ricos también lloran

A pesar de la proximidad de las montañas, Suiza estaba lejos, y Nicole estaba lejos. Paseando por el jardín más tarde, cuando ya era completamente de noche, pensó en ello de manera desapasionada y comprendió que la quería por lo que de mejor había en ella. Recordó una ocasión en que la hierba estaba húmeda y ella había ido a su encuentro a paso ligero con las finas zapatillas empapadas por el rocío. Había puesto los pies encima de sus zapatos y se había apretado contra él, ofreciéndole la cara como un libro abierto en una página.
-Piensa en cuánto me quieres -había susurrado- No te voy a pedir que me quieras siempre como ahora, pero sí te pido que lo recuerdes. Pase lo que pase, siempre gquedará en mí algo de lo que soy esta noche.
Pero Dick se había alejado de ella para poder salvarse y se puso a pensar en ello. Se había perdido a sí mismo, aunque no hubiera podido decir la hora, el día o la semana, el mes o el año en que aquello había ocurrido. En otros tiempos había sido capaz de vencer las dificultades y resolvía la más enrevesada de las ecuaciones como si se tratara del problema más simple del menos complicado de sus pacientes. Pero entre el momento en que había encontrado a Nicole como una flor bajo una piedra del lago de Zurich y el de su encuentro con Rosemary, aquella capacidad había desaparecido.


Cuando era un adolescente leí 'El gran Gatsby'. Me impresionó la honda tristeza que se escondía en su amable superficie, la desesperación que F. Scott Fitzgerald había ocultado en las hermosas palabras que utilizaba. Apenas recuerdo ya el argumento, pero sigo recordando las sensaciones que me produjo. No volví a leer nada de este escritor hasta que hace poco cayó en mis manos 'Suave es la noche', quizá su novela más aclamada.
Creo que si la hubiese leído de adolescente, se hubiese convertido en una de mis favoritas. Leyéndola ahora, desgraciadamente no ha sido así. Fitzgerald se me antoja un escritor demasiado blando, demasiado encariñado con sus criaturas como para hacérselo pasar realmente mal, que es lo que parece pretender con el argumento. Hay escenas que me resultan prescindibles por demasiado enfáticas, sobre todo cuando se va acercando el final (por ejemplo, la de la sirvienta alcohólica). Me saca de quicio ese continuo remarcar que los americanos son geniales, listos, ricos y guapos frente a los europeos, unos pobretones decadentes que viven del dinero que les llega del otro lado del charco. Y hay algo en su afectada prosa que me pone nervioso. No sé si es el exceso de adjetivos o el modo de hablar de los protagonistas, siempre soltando una sentencia tras otra.
Pero, a pesar de sus defectos (que pueden no serlo para otros lectores más perspicaces), es una novela que no ha envejecido mal. Y no se puede negar su enorme influencia en, al menos, la siguiente generación de escritores norteamericanos (véase Truman Capote).
Sobre todo me gusta esa estructura tan imprevisible que le otorga a la narración: los súbitos cambios de voz, la aceleración de algunos puntos de la historia, la vuelta atrás en los acontecimientos, etc. También me gusta mucho el personaje de Rosemary, uno de esos primigenios personajes femeninos que no necesitaban de ningún hombre para subsistir.

Nicole Diver

No sé si los escritores saben lo que pretenden cuando se ponen a escribir una novela, cuales son las ideas que quieren transmitir (si es que quieren transmitir alguna). Y de este pensamiento, me surge otro: ¿los libros transmitirán las mismas ideas a todo el mundo?
Fitzgerald comparte más de un rasgo con el protagonista de 'Suave es la noche', Dick Diver. Ambos eran alcohólicos, ambos estaban casados con una mujer que padecía esquizofrenia, ambos pretendían tener un destino grandioso que se cumplió solo a medias. Fitzgerald conocía a los ricachones de los que habla en esta historia, él mismo se codeaba con la alta sociedad norteamericana y europea de la época. A pesar de sus problemas financieros, se daba la gran vida, viajaba por todo el mundo y no se privaba de nada. Le gustaba estar en el candelero.
Y el pensamiento al que doy vueltas es: ¿el escritor quería criticar a las clases altas o, por el contrario, le parecían dignos de envidia, una especie de semidioses en los que sería magnífico poder incluirse? Él lo intentó de veras.
¿De qué habla exactamente esta novela? ¿De que los ricos sufren igual que los pobres? ¿De que son igual de mediocres? ¿O de que hay personas que da igual que sean ricas o pobres, ya que seguirán siendo demasiado estúpidos para ser felices?
Yo no soy rico. Reconozco que me gustan las novelas en las que se pone a los ricos a caer de un burro. Por eso, interpreto esta novela como un ataque despiadado a esta condición (a pesar de que Dick Diver, de origen humilde, acaba regresando con el rabo entre las piernas a su puesto en la sociedad tras un largo viaje por las altas esferas). Pero me pregunto qué opinará un rico. Seguro que lo contrario. Pensará que es un ajuste de cuentas con los arribistas. Por favor, si hay algún millonario que lea este blog, le ruego que me comunique su opinión. Y si ya de paso manda un donativo, por mí, estupendo.

lunes, 7 de mayo de 2007

Los actores no son ganado

Aunque debería seguir enfadado con París por razones hace tiempo explicadas (o más o menos explicadas), al final no pude resistirme a ver 'Paris je t´aime', una película compuesta por películas más cortas cuyo principal reclamo es el nombre de sus directores: Olivier Assayas, Alexander Payne, Tom Twyker, Gurinder Chadha, Isabel Coixet o Alfonso Cuarón. No me meto aquí en los méritos de cada director, únicamente indico que se han hecho un nombre.

paris_je_taime

La premisa de esta cinta es simple: se trata de contar una historia de amor en diversos escenarios de la capital francesa. Claro, "historia de amor" es un concepto muy amplio, y hay algunos directores que cuentan historias muy distintas a lo que entendemos por un romance.
Como la personalidad de sus directores, 'Paris je t´aime' es desigual: hay fragmentos que destacan sobre otros. Algunos parten de premisas originales pero no están bien resueltos (el de Bruno Podalydès), otros son originales en exceso (el de Christopher Doyle), otros son sencillos pero efectivos (el de Walter Salles y Daniela Thomas), otros se amoldan al concepto de forma notable (Tom Tykwer y Sylvain Chomet), e incluso hay uno que consigue una pequeña joya (Alexander Payne).
Pero si hay algo que eleva esta película de monumental desbarajuste a placer culpable, son los actores.
A veces tiendo a pensar que Hitchcock tenía razón y que los actores no tienen un papel relevante en el cine, que son totalmente intercambiables unos con otros, que lo importante es el director, bla bla bla, bla bla bla. Pero cuando veo una película como esta, tengo que desdecirme.
Algunos de los fragmentos pueden no ser gran cosa, pero los actores consiguen hacer que superen la media.
¿Qué sería del corto de Alfonso Cuarón sin la voz de Nick Nolte? ¿y del de Depardieu sin Gena Rowlands y Ben Gazzara? ¿Y del de los Coen sin Steve Buscemi?
Isabel Coixet demuestra su pericia al aparcar a dos de sus colegas (Leonor Waitling y Javier Cámara) a papeles secundarios y otorgar el protagonismo a dos intérpretes de la talla de Sergio Castellitto y Miranda Richardson.
Juliette Binoche está fantástica (como casi siempre) en el fragmento de Nobuhiro Suwa, sin olvidar al siempre efectivo Willem Dafoe.
Fanny Ardant y Bo Hoskins, la pareja más estrambótica de la función, demuestran su química en el trabajo de Richard Lagravanese, al igual que Rufus Sewell y Emily Mortimer en el de un sorprendente Wes Craven.
Aunque, justamente para contradecirme a mí mismo, el mejor fragmento, el último, está protagonizado por una actriz desconocida, Margo Martindale.
Supongo que básicamente, lo que se pretendía lograr con esta película era una declaración de amor a la ciudad del amor. Con la sencilla historia de una turista norteamericana de paseo por allí, Alexander Payne logra lo que en la crítica de la revista Rockdelux llamaron "la mejor declaración de amor a la ciudad y, también, a las personas".
Quizá no sea esta una obra maestra, aunque '14th Arrondissement' condensa todas las ideas planteadas en el resto de viñetas y les otorga un sentido, explicando por qué no podemos dejar de amar París por muy mal que se porte con nosotros, por qué nos sigue pareciendo hermoso aunque estemos tristes, por qué las cosas más complicadas a veces se explican tan fácilmente.

miércoles, 2 de mayo de 2007

Karl Lagerfeld

Para mí, Karl Lagerfeld era uno de esos personajes difusos que uno no sabe bien quienes son, tiene una ligera idea, le suenan cuando salen por la tele, como la gente que te encuentras todos los días en el mismo trayecto de metro o autobús y a los que conoces de vista pero no sabes nada de ellos, únicamente que deben trabajar o vivir en el mismo lugar en el que lo haces tú, porque se bajan en tu parada.
Yo sabía que Karl Lagerfeld era un diseñador alemán de haute couture y que se vestía muy hortera. Su atuendo era una mezcla entre el Vizconde de Valmont en 'Las amistades peligrosas' y Fred Astaire en 'Sombrero de copa'. Ah, y que siempre llevaba gafas de sol, como Jack Nicholson y Martirio.
Pero hace un par de años llamó mi atención al salir en los papeles debido a la línea de ropa que había diseñado para la cadena de tiendas francesa H&M. No es que yo esté a la última en moda (de hecho, hasta hace poco, pensaba que H&M quería decir "hombre y mujer"), pero como Anita es fan fatal de Hennes y Mauritz he estado allí más de una vez y más de dos.
Al principio no entendía por qué tanto revuelo con aquella ropa, que se agotó a los dos días de ponerse a la venta, pero Anita me explicó que Karl Lagerfeld normalmente diseñaba para Chanel. Vamos, que es como si Millás se pone a escribir los guiones de 'Bea la Fea' o Faulkner, los de los X-Men.
Me llamó la atención el hecho de que Mr. Lagerfeld se enfadase con H&M porque habían fabricado la ropa hasta la talla 46. Él decía que jamás volvería a diseñar nada para más de una 40. O sea que Karl, además de un hortera, también era un poco gilipollas.
Entonces leí en un blog que ya he dejado de leer hace tiempo una de esas sentencias que nos hacen reafirmarnos en una idea recién adquirida:


"Who are your favourite writers?
In what language? I like poets best, E. Dickinson (English), R. M. Rilke (German), Mallarmé (French), Leopardi (Italian). I speak no other languages and I don't believe in translated poetry..."


Confirmado: Karl Lagerfeld es un gilipollas.
Pero en los últimos tiempos se ha operado un cambio en mí con respecto a su persona. De pronto, me cae hasta simpático. ¿Quién tiene la culpa? 'La hora chanante', por supuesto.


No me resisto a volver a colgarlo.

"Todo lo que lleve Karl Lagerfeld os va a costar buenas perras". Mira por donde, Karl Lagerfeld es un tipo enrollado. El pobre estaba traumatizado por su sobrepeso (perdió 36 kilos en un año) y por eso le horripilan las tallas grandes. El único defecto que se le puede achacar es que tiene el muelle flojo.
Si uno tiene ojos y oídos, es normal que se encuentre a este sujeto esporádicamente en los medios, porque siempre se saca algo de la manga para volver al primer plano de la actualidad. Bueno, tampoco es que llegue a los extremos de Tamara-Yurena, que dice que Jesucristo Nuestro Señor se le apareció en toda su gloria, pero ya me entendéis.
Hace unos meses me encontré con una crítica del primer disco de Karl¡ Oh, no penséis mal, Mr. Lagerfeld no canta ni mucho menos, pero dentro de una serie de especiales que publica la revista Vogue, en los que diseñadores de renombre eligen sus canciones favoritas, se ha publicado 'Karl Lagerfeld: Les Musiques Que J’aime', en el que este tipo tan modernuqui mezcla su devoción por Stravinsky con artistas a la última, como las Pipettes, Davendra Banhart o Super Furry Animals.
No tiene mal gusto el hombre, pero no me lo imagino en un garito de moda retorciéndose al ritmo de LCD Soundsystem. Me pega más en su casita dormitando tras sus gafas de sol mientras escucha añejos discos de jazz.
Pero lo último y más impactante que he sabido de Karl es...
Estamos de enhorabuena. La librería especializada en comics con más solera de la capital de España cumple 25 añitos. Se trata de Madrid Comics, situada en la calle Silva 17.
Pues el otro día estaba yo leyendo un artículo sobre tan magno acontecimiento, en el que el dueño enumeraba los clientes famosos del establecimiento y entre ellos estaba... No, no es Tamara ni tampoco Jesucristo... Efectivamente, es ¡¡¡Karl Lagerfeld!!! "Siempre que viene a Madrid se pasa a comprar libros". Mira que si un día me voy a comprar el último número de Factor-X y me lo encuentro allí es que me da un pasmo. ¿Qué pensará de mi jersey de rallas adquirido (sic) en H&M y de mis vaqueros rotos? ¿Me escupirá a la cara si le pido un autógrafo? ¿No habrá confundido el dueño de Madrid Comics a algún gracioso convenientemente caracterizado del diseñador con el propio Karl? Mira que por aquí se pasa mucho friki disfrazado...
Conclusión: para mí, Karl Lagerfeld ya no es un personaje difuso, ya no es un desconocido y espero que para vosotros tampoco. Citando a mi mi compañero vienés, El callejón de los gatos te enseña, El callejón de los gatos entretiene.